Más allá de la crisis: escuelas arquidiocesanas apuestan por una educación de calidad en el Zulia

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Foto: Francisco Fonseca | Radio Fe y Alegría Noticias.

En un contexto de desafíos constantes para la educación en Venezuela, las escuelas arquidiocesanas del Zulia cierran el año escolar demostrando una notable resiliencia y un profundo compromiso con las comunidades más vulnerables.

Mariana Fernández, coordinadora de programas y proyectos de la Asociación Civil Escuelas Arquidiocesanas en el Zulia, compartió en una reciente entrevista en el programa De Primera Mano TV de Radio Fe y Alegría Noticias los pilares de este “milagro” educativo, destacando la vocación de maestros y familias, así como la urgente necesidad de una revolución educativa en el país.

Fernández enfatizó en que la resiliencia es la palabra clave para describir el trabajo de estas 40 escuelas, 27 comedores escolares y 7 dispensarios, ubicados en sectores deprimidos como los municipios fronterizos, San Francisco y La Cañada de Urdaneta.

A pesar de las difíciles condiciones de infraestructura, los cambios en el personal docente y los retos económicos, la labor continúa. “Dios y la Chinita caminan en las escuelas arquidiocesanas”, afirmó, refiriéndose al espíritu de apostolado que mueve a su equipo.

Los elementos del “milagro”

¿Cómo se logra mantener y expandir un sistema educativo en medio de la adversidad? Mariana Fernández señaló varios factores clave:

Compromiso de los padres: Las familias, conscientes de que la educación puede cambiar la vida de sus hijos, hacen un gran esfuerzo. Muchos, incluso si no pueden cubrir los costos económicos, contribuyen con horas de trabajo en las instalaciones.

Apostolado de los maestros: A pesar de los bajos salarios y la inestabilidad, los docentes llegan cada mañana con una sonrisa y la convicción de que educar es el mayor legado. Fernández, como maestra, lo sabe bien: “el único bien que tú le puedes heredar a alguien es la educación, y la educación cambia vidas”.

Apoyo de la comunidad: Las escuelas han crecido junto a sus comunidades, muchas de ellas surgidas en zonas de invasión, donde Monseñor Domingo Roa Pérez visionó no solo la escuela, sino también la iglesia y el dispensario como pilares de desarrollo humano integral.

Visión integral: Las Escuelas Arquidiocesanas no solo se enfocan en lo académico, sino también en la alimentación (con sus comedores escolares) y la parte espiritual, vital para la formación de “mejores ciudadanos y unos ciudadanos integrales”, como lo impulsaba Monseñor Roa.

Adaptación y reinversión en tiempos de crisis

Al mirar hacia el futuro, Mariana Fernández fue enfática: Venezuela necesita una verdadera revolución educativa.

Señaló que mientras el mundo avanza, gran parte del sistema educativo venezolano se mantiene estancado, con currículos y metodologías de hace décadas. La preocupación por el rezago en lectura, escritura y matemáticas es evidente, y es necesario un diagnóstico real.

“Digo la palabra revolución, porque es que hay que agarrar y hacer un diagnóstico completo, que tampoco lo tenemos. No tenemos números, no tenemos cifras desde el 2015 en materia de educación. Hay que sentarnos todos”, instó Fernández.

Por otra parte, abogó por una planificación conjunta entre el Ministerio de Educación, organizaciones como Fe y Alegría y Damas Salesianas, y los sindicatos de maestros, para abordar retos como la infraestructura y la pertinencia de la oferta educativa.

Para Fernández, la calidad educativa va más allá de las pruebas estandarizadas: implica reconocer el inmenso talento de los jóvenes venezolanos y apostar por una educación que integre tecnología y formación espiritual.

“Simplemente es lo que tenemos que empezar a ver. ¿Qué tenemos? ¿Qué vamos a hacer con lo que tenemos?”, concluyó, invitando a una reflexión profunda sobre el camino a seguir para la educación en el país.

La visión de Mariana Fernández y el incansable trabajo de las escuelas arquidiocesanas en el Zulia son un testimonio inspirador de que, incluso ante las mayores adversidades, la educación de calidad es posible cuando se conjuga la fe, el compromiso y la adaptabilidad.

Su llamado a una revolución educativa resuena como un clamor urgente por el futuro de Venezuela, recordándonos que el verdadero cambio comienza por sentarse juntos a planificar y apostar por el inmenso talento de nuestra juventud.

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