A propósito de la tolerancia en un país convulsionado por todos lados

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Foto: Archivo.

Desde 1995 se celebra en todo el mundo, cada 16 de noviembre, el día internacional de la Tolerancia. Por eso Verónica Guruceaga, de la fundación Mathama Gandhi Venezuela, conversó con Radio Fe y Alegría Noticias.

Empieza destacando que la importancia de «estos días internacionales» radican en que se alzan las voces y se hacen visibles ante el mundo las diversas gestas sobre diferentes temáticas vitales para toda la sociedad.

En el caso de la tolerancia lo clave está, dice, en promover cada ves más una actitud de respeto y de reconocer las diferencias, las creencias de cada quien, las culturas, las opiniones «diferentes de cada uno».

Resalta que la «diferencia» de cada persona «es una belleza que cada uno posee por definición». Por tanto, es natural que se generen conflictos, diferentes pareceres de miradas, «y lo importante es, en el caso de la tolerancia, es que cultivemos desde cada uno de nosotros esa actitud de respeto y que está bien que somos diferentes».

En relación al trabajo que viene desarrollando Mathama Gandhi Venezuela, que surgió en el año 2016 de las manos del nieto y bisnieto de esa gran figura mundial, Guruceaga relata que buscan promover la práctica de la no violencia como una forma de vida.

Los principios de la no violencia se inspiran en los actos y gestos que no producen daño, que generan acercamiento, aceptación, respeto hacia el otro. En concreto, se activan con programas de formación en estas materias. Actualmente preparan el lanzamiento de su plataforma on line.

¿Hay diferentes tipos de intolerancia?

La activista aclara que no es cierto que haya diferentes tipos de intolerancia. «Es una sola que se manifiesta en diferentes ámbitos».

Se puede ser tolerante en el día a día, en nuestros hogares, en nuestra comunidad y por supuesto en la sociedad toda, incluido el ámbito de la política.

Sobre este último sugiere recurrir primero al marco legal existente. «Esto significa que hay que aplicar una serie de leyes con respecto a la promoción de la tolerancia, como por ejemplo, no promover las discriminaciones».

En este sentido, Guruceaga propone la importancia de la función de la educación para estos fines. «Nosotros insistimos mucho en los procesos educativos porque a veces la intolerancia surge por la ignorancia, por el miedo a lo desconocido».

También remarca acciones que tienen que ver con «soluciones locales e internas». A ello llama «trabajar, primero mi intolerancia hacia el otro conociéndome más a mi mismo, entendiéndome yo más y ver por qué estoy lleno de prejuicios ante estas otras personas».

Cree firmemente que desde este plano se puede avanzar en la necesaria tolerancia política que urge en Venezuela.

Pero en este punto hace advertencia para no pecar de ingenuos. Dice que una cosa es ser tolerante y otra muy distinta ser pasivo o quedarse tranquilo.

Practicar la tolerancia significa acercarse «con respeto a la persona de la cual siento que está abusando y poder llegar a un acuerdo». Es una dinámica de reconocimiento y de solicitud de respeto a la posición particular de cada quien.

Agrega que lo más sano es hacer una pausa, reflexionar «y llegar con un argumento que exponga mis derechos para buscar un acuerdo satisfactorio».