Fe y Alegría como un movimiento de educación popular y promoción social que nace de la Fe en Jesucristo y de su invitación a construir un mundo justo, fraterno, libre de toda violencia, en paz y con sentido democrático, que tiene como motivo de inspiración caminar con las personas excluidas de la sociedad para lograr brindarle las herramientas que les permitirán una transformación individual y colectiva, reconoce la actual incertidumbre y tensión que vive nuestro país.
En este sentido, es importante tomar una pausa durante el día para reflexionar sobre lo que vivimos y hallar en nuestro interior la fortaleza que requerimos para continuar con la esperanza y la fe en nuestras potencialidades.
El padre José Gregorio Terán, S.J, director general de Fe y Alegría Venezuela, invita a reflexionar sobre el Evangelio de San Lucas (24,13-35), referido a los discípulos de Emaús, lectura que nos llama a sacar lo que tenemos y dejarnos acompañar y levantar por Jesús:
“Han pasado tres días desde su muerte y nuestra esperanza se desvanece”: estas palabras reflejan el dolor, la frustración, la desesperanza y la pérdida del significado de lo vivido con Jesús. Asesinaron al maestro Jesús y con él, la esperanza de sus seguidores se extinguió. Regresan desconsolados a la rutina, tristes, masticando su desilusión, una reacción humana comprensible. Ellos lo experimentaron. Se derrumbó su mundo.
Mientras caminan derrotados, Jesús se les revela. Les acompaña en su sufrimiento, los escucha, camina a su lado, se involucra en su realidad… Los discípulos expresan su frustración y hasta reprochan al desconocido por su aparente ignorancia y falta de empatía. Jesús les brinda tiempo para desahogarse, para liberar sus sentimientos.
Jesús les explica con paciencia
Después, comienza a explicarles con paciencia lo que, seguro, habían escuchado antes, les recuerda las Escrituras… Les asegura que su enfoque era diferente; que debía atravesar el sufrimiento para alcanzar la gloria.
Gradualmente, calienta sus corazones, los interpela y abre sus mentes. Al final del camino, los libera de su introspección. Aunque aún no ven con claridad, ya no están tan absorbidos por su frustración; lo invitan a quedarse, a pasar la noche, a compartir la cena. La relación se intensifica y al partir el pan, reconocen al maestro Jesús y comprenden cómo había conquistado sus corazones.
Es probable que muchos de nosotros nos sintamos como estos dos discípulos, cada uno a su manera. Es normal. Y Jesús sigue presente; acompañando, escuchando, ayudándonos a procesar, a redescubrir el propósito de nuestra misión hoy y aquí. Los discípulos se abrieron a Jesús, incluso sin saber que era él, y se estableció esa conexión sanadora. Ese renacer de la esperanza.
“La invitación se mantiene, la misión continúa, la vida sigue adelante y Jesús está entre nosotros. Acércate a él. Fe y Alegría nos necesita. Y es ahora cuando Venezuela requiere de Fe y Alegría. Dios nos acompañe”, anima el también jesuita venezolano Terán.
Por el equipo de Comunicaciones de Fe y Alegría Venezuela
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