Palabras del Padre Alfredo Infante, SJ al recibir el premio al valor democrático Francisco José Virtuoso, SJ, en la categoría “Libertad de Pensamiento”.
En primer lugar, agradecer al Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB en la persona del profesor Benigno Alarcón y a su equipo, por este premio que recibo en nombre de todas aquellas personas que se encuentran refugiadas en otros países; de aquellas que han sido encarceladas y torturadas por pensar libremente y comprometerse responsablemente con lo pensado; en un país donde los adjetivos libre y responsable acompañando al verbo pensar son una amenaza para el estatus quo.
Recibir este premio Libertad de Pensamiento es un gran compromiso, primero, porque no lo esperaba, segundo, porque no sé si estoy a la altura de él, pero, si quienes me eligieron lo juzgaron así, lo asumo con agradecimiento y responsabilidad en nombre de aquellos que están convencidos que el acto de pensar libre y responsablemente es un acto humanizador y transformador porque donde hay libertad de pensamiento se abren nuevas posibilidades históricas.
Hago un paréntesis (confieso que cuando me enteré del nombre del premio, sonreí, me resultó curioso que un cura fuese reconocido en la categoría de “Libertad de Pensamiento”).
Hoy, los venezolanos vivimos en un país sometido por una coalición dominante, autocrática con vocación totalitaria, que teme al pensamiento libre y responsable porque trastoca sus intereses de Poder y, por ello, ha buscado por todos los medios restringir el acto de pensar y comunicar.
Por distintas vías ha ido cercenando las condiciones para impedir que el acto de pensar se despliegue con naturalidad y libertad como derecho humano inalienable:
En primer lugar, se ha restringido el acceso a la información pública. Según la ONG Espacio Público, «En Venezuela se restringe información de alto interés público, de 172 peticiones de información hechas entre 2017 y 2020, el 89% de estas no fueron respondidas». La información científica y académica es un insumo importante para pensar y producir ideas con ética, desde la perspectiva del bien común. Por eso, hoy en nuestro país las universidades y las ONG de desarrollo social y de Derechos Humanos nos hemos visto en la ingente tarea de levantar, sistematizar y producir información con método y rigurosidad científica, aunque, los resultados de las mismas no puedan ser contrastadas con la información producida por el Estado, pues, esta es inaccesible y cuando se presenta más que información es propaganda.
En segundo lugar, se ha violado sistemáticamente la libertad de expresión por la vía del acoso, persecución y cierre de medios impresos, televisivos, radiales y portales web, y, Conatel mantiene bajo amenaza, con un «cuchillo en el cuello» a los medios que están en el aire. Según Espacio Público «La política estatal tiene como propósito explícito o subyacente la construcción social del miedo a expresarse y con ello reducir la circulación de contenidos críticos a la gestión gubernamental».
Queda claro, al armar el rompecabezas, que la estrategia de dominación busca por todos los medios limitar y aniquilar el pensamiento, la producción de ideas y el debate público de altura.
Hay un efecto cascada: la violación al acceso de información impide el acceso a la fuente para fundamentar el pensamiento; la violación del derecho a la libertad de expresión limita y restringe la circulación y el debate de ideas propios de una democracia, pero, peor aún, el deslave educativo actual pone en riesgo de extinción al sujeto pensante. Por tanto, para que haya libertad de pensamiento, debemos rehabilitar la educación porque es la única vía para que haya sujeto pensante y cultura democrática. Esta es la pretensión del Poder: aniquilar la fuente, la expresión y al sujeto pensante productor de ideas. Una especie de logofobia desde el Poder.
Pero ¿Puede el Poder aniquilar la libertad de pensamiento? No. La historia nos muestra que, en el fondo, esta es una vana pretensión y la grafico simbólicamente con una escena del Evangelio, la de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén que nos presenta San Lucas, donde los fariseos se dirigen a Jesús y le exigen que calle a sus discípulos y la respuesta de Jesús es contundente: «si ellos callaran hablarán las piedras» (Lc 19,39-40).
El Poder siempre teme que el verbo, el logos, la luz, se haga carne y transforme la historia y ahí radica nuestra esperanza, el fundamento espiritual de la libertad de pensar responsablemente.
Concluyo citando el prólogo de San Juan «Y el logos se hizo carne y hábito entre nosotros» (Jn 1,14).
Recibo este premio con agradecimiento y compromiso, pero sueño, con un país donde no haya que premiar «la Libertad de Pensamiento» porque sea un hecho natural y cotidiano.
¡Gracias!
Sigue todas nuestras entrevistas y la información que se produce desde las regiones uniéndote a nuestro canal de Telegram.