Por puro azar estuve de visita en París, en los días previos al estallido de violencia que recorre no sólo las calles de la capital francesa, sino muchas otras localidades de este país europeo. Dos estampas de lo que pude ver, cuando me alejé de las rutas turísticas, son las dos caras de lo que reflejan las noticias en estos días.

Pude haber ido a París o a Río de Janeiro, en realidad mi viaje estaba relacionado con una reunión de colaboradores de la red internacional de Reporteros Sin Fronteras, una reconocida entidad fundada en Francia que vela por la libertad de prensa en el mundo. La oficina central está en París y la oficina regional en Río de Janeiro. Por razones que escapan a mi conocimiento la reunión fue en la capital francesa.

Dado que fue un viaje fundamentalmente de trabajo, incluso en alguna ocasión con una sesión de trabajo que se extendió desde las 9 de la mañana hasta la 8 de la noche, no tuve mucha oportunidad de lo que se esperaría, eso de hacer turismo por la llamada ciudad luz. En lo personal, por otro lado, en los últimos tiempos le rehúyo a los paseos por aquellos lugares repletos de turistas.

Tuve dos momentos en los que pude estar a mis anchas, y en ambas ocasiones sencillamente caminé y caminé, pensando en que ver caras, calles y lugares me acercaría más alma de París que ir a los icónicos ligares de postal viajera.

A la luz de que ha venido sucediendo en Francia en los últimos días, aquellos paseos me dejaron estas dos imágenes que paso a comentarles.

El día que llegué, fin de semana, tomé una rápida ducha y salí a caminar por las inmediaciones del hotel, ubicado cerca de la estación del metro Poissonnière. Caminé en sentido contrario de lo que me recomendaron en la recepción del hotel. Tras caminar casi un kilómetro o algo más pasé lo que suele entenderse como una frontera invisible. Me adentré por unas tres o cuatro cuadras en un barrio donde escasamente me encontré a dos personas blancas. Estaba en medio de un barrio que podría ser africano o árabe, o ambas cosas en una suerte de tensa simbiosis.

En ese pequeño trecho, y justo cuando aún había bastante sol (eran las 7-8PM) vi a unos muchachos drogándose, a varias personas tiradas en el suelo completamente borrachos, la basura fuera de los tachos, regada como en cualquier barriada popular latinoamericana. Las vestimentas, las tiendas, los productos, me ubicaban más en el centro del África que Francia colonizó o en el norte africano, también ex colonia.

No me sentí en peligro. Cada quien estaba en lo suyo. Pero lo menos que me sentía era en Francia. No había en esas cuadras, con edificios tradicionales de la ciudad, ni cafés ni lugares para turistas. El único no lugareño, además de una pareja blanca que pasó caminando muy rápidamente, era yo. Me sentí en una suerte de gueto y eso me lo confirmó lo siguiente: al pasar ese trecho de unas tres o cuatro cuadras, estuve de nuevo en la París de cafés, postales y turistas, con franceses blancos caminando tranquilamente por las calles.

La segunda imagen, en la mañana del día que ya regresaba a Venezuela, tuvo lugar a unas tres cuadras del hotel. Esta vez no fui en la dirección opuesta a las recomendaciones de los recepcionistas del hotel, sino que camine en la otra dirección rumbo a unas pequeñas tiendas y cafés, para unas compras finales antes de volver.

En la misma acera por donde caminaba me topé con una formación de tropas especiales de Francia. Militares altos y fornidos, todos con fusiles en posición de disparar, caminando en formación defensiva, cada uno cuidando las espaldas del otro. Eran 5 ó 6 en total. Caminaban por la acera mirando hacia las ventanas y azoteas de los edificios. No hubo disparos, pero estaban preparados para ello. No estaban paseando aquellos hombres.

Salí volando. Olvidé lo que andaba buscando y me fui en otra dirección.

Cuando uno en mi cabeza esas dos imágenes que capté en esa corta visita, entre el 11 y 17 de junio pasado, veo las dos caras de la crisis que atraviesa a Francia y que, lamentablemente, no parece ser ni una violencia fácil de sofocar, ni estoy seguro que la respuesta a las demandas pase solamente por una acción policial/militar.

Andrés Cañizález es periodista y director de Medianálisis. @infocracia

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