Arturo Vidal lo dejó claro: «el tercer lugar no tiene importancia», pero hay ocho millones de dólares para el vencedor.
Los finalistas de las dos últimas Copa América se medirán en un partido insípido. Jugarán el partido que nadie recuerda, el que no deja registros en la historía, el que se juega solo por obligación. El tercer lugar.
Para Argentina es poco menos que un trámite, los dirigidos por Lionel Scaloni querían levantar la copa, la que se perdieron en 2015 y en 2016. Para Chile es otro fracaso, así como lo fue no ir al mundial de Rusia. El bicampeón de América se vuelve a casa con las manos vacías.
El partido por el tercer lugar es históricamente el que nadie quiere jugar. Es un trámite de formato que se juega sin la aspiración de trascender, dijo alguna vez un funcionario de conmebol que debatía sobre la organización de la Copa América. Es juego del premio en dólares, solo eso.
Lo más probable es que las figuras que se dejaron la piel en la cancha hace solo cuatro días, mañana no salten al terreno del Arena Corinthians de São Paulo. Seguramente los técnicos lanzarán a los más jóvenes para que demuestren sus habilidades sin nada que perder, sin presión.
El encuentro está pautado para las 3 de la tarde, hora Venezuela. Será el penúltimo del torneo, que el domingo vivirá la final entre Brasil y Perú.
