Con cariño desde Italia

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Foto: cortesía.

Desde muy joven, Rafael Peña siempre ha buscado la manera de ayudar en su comunidad de Antímano recolectando dinero para realizar actividades culturales, pero nunca se imaginó que esta vez una donación llegaría desde Italia.

Rafael es director del Colegio San José Obrero de Fe y Alegría, ubicado en la parroquia Antímano, al oeste de Caracas. La historia de cómo llegó a sus manos un sobre que contiene un aporte económico para este centro educativo no se puede contar sin presentar a Julia Torres, su prima.

Ella es profesora, como Rafael, y se fue a Italia en 1991 porque ganó una beca para estudiar en la Universidad. Ahora trabaja en el Instituto San Girolamo Emiliani, ubicado en la localidad de Corbetta, a 10 kilómetros de la ciudad donde vive que es Abbiategrasso, la cual está a 20 kilómetros de la ciudad de Milán.

Arepas en Milán.

Una noche, mientras cenaba con sus amigas, le preguntaron sobre la situación en Venezuela, “del sueldo que no alcanza, de los precios a nivel internacional, de la escasez de gasolina, de la falta de libertad”, expresó Julia a Radio Fe y Alegría Noticias vía WhatsApp.

Días después una amiga le dijo a Julia que no podía quedarse de brazos cruzados con lo que había escuchado. Le comentó que habló con otras personas y tuvieron la idea de organizar un “aperitivo venezolano”, donde además de contar su historia y la actualidad de Venezuela, también sería un lugar de encuentro para comer arepas rellenas de carne mechada, de caraotas o reina pepiada, comida típica venezolana.

“Surgió una cosa inesperada: todas las personas con las que hablábamos de la idea estaban de acuerdo y querían ayudar. Hicimos una transmisión por internet para que los que estaban lejos pudieran participar. Una pareja ofreció el jardín de su casa para hacer la reunión, unos ayudaron a preparar la comida, otros a arreglar el sitio”, dijo Julia.

A una de sus amigas se le ocurrió hacer una subasta para recolectar el dinero suficiente y así realizar el “aperitivo venezolano”, muchas personas dieron sus objetos nuevos o usados en buenas condiciones.

“Las hijas de unas amigas hicieron las paletas con la bandera de Venezuela para la subasta, o sea, todo el que sabía del aperitivo quería participar de una manera u otra”, aseguró Julia desde Italia.

Foto: cortesía.

También crearon una cuenta bancaria y las donaciones superaron con creces la cifra que habían imaginado. Entre las personas que donaron estaban amigos de Julia del tiempo de la Universidad, que por cosas de la vida no veía desde hace mucho tiempo.

El día del aperitivo llegó y para describirlo Julia utilizó la palabra “indimenticabile”, que traducida al español significa inolvidable, cosa que puede ocurrir cuando tienes 30 años viviendo en Italia y configuraste el teclado del teléfono para el idioma italiano.

“Participaron más de 100 personas. Al principio conté mi historia personal y algo sobre la situación actual en Venezuela. Después hicimos la subasta y al final comimos y bailamos. Hicimos arepas, carne molida, carne esmechada, caraotas, relleno para reina pepiada y como 120 quesillos en mono porción. Al final la gente no se quería ir de la reunión y hasta los jóvenes, hijos de amigos y los míos, se quedaron a bailar hasta casi que los tuvimos que sacar”, relató la maestra Torres.

Foto: cortesía.

Los “sí” que se multiplicaron

Cuenta que lo que más le sorprendió fue la empatía de las personas. “El corazón del hombre es único y si se le pide ayuda él reacciona, se mueve, no se queda tranquilo. El ‘sí’ de una persona puede generar muchos otros ‘sí’ (como una bola de nieve) y las otras personas que ven esto también quieren ser partícipes y no perderse la oportunidad de ayudar”.

La reunión de la que habla Julia se realizó en octubre de 2021. Con el dinero recolectado pudo viajar a Caracas el 20 de diciembre de ese año luego de una travesía “épica” de 30 horas, porque la única aerolínea europea que realiza viajes con destino a Venezuela es turca.

Julia llegó a un acuerdo con sus hermanos en agradecimiento por la sobreabundancia con la cual la Divina Providencia respondió a su gesto.

“El dinero fue empleado para comprar medicinas a mis padres y demás familiares. Una parte fue donada a mis tíos para sus necesidades, a una profesora amiga y vecina que sé que hace una labor que refleja su vocación que va más allá de su trabajo, a la escuela de Fe y Alegría de Antímano donde mi primo-hermano Rafael Peña es director y de la cual conozco el gran servicio que hacen a la comunidad, también a una fundación de niños con Síndrome de Down fundada por una prima, y otra parte será donada al movimiento de Comunión y Liberación (con causal Venezuela, porque ahí también está presente el movimiento) como agradecimiento por la educación que he recibido y que recibo constantemente en la pertenencia a éste y a la Iglesia Católica. Sin el movimiento nada de todo esto hubiese sido posible”, expresó Julia.

La reacción de todos fue la misma, levantar los ojos al cielo como agradecimiento. Algunos lloraron porque, dice Julia, es como si sus súplicas fueron escuchadas.

“Finalmente puedo ir al doctor o tomar las medicinas que me recetaron. En gesto de agradecimiento hicimos un rosario a través de Instagram donde se conectaron, mis amigos italianos y rezamos todos juntos, en unidad”, relató la profesora Julia Conteras.

Un almuerzo, un sobre

A los tres días de haber llegado a Venezuela, Julia visitó la casa de Rafael. Habían organizado un almuerzo familiar para darle la bienvenida a ella después de tantos años sin verse cara a cara.

Conversaron mucho, se rieron, compartieron anécdotas de costumbres europeas y criollas, se abrazaron.

Luego Julia le entregó un sobre que contenía el dinero recaudado en Italia con el “aperitivo venezolano”.

“Me dijo que era un apoyo para el colegio Fe y Alegría. Yo estaba sorprendido, agradecido. Hicimos un video para agradecer el gesto”, indicó el director del Colegio San José Obrero, en Antímano.

Enfatizó que esta donación es fruto de algo sostenido en el tiempo porque siempre buscan la forma de apoyar al que más necesita, “venimos de ese tipo de familia”.

“Somos muy solidarios unos con otros en lo bueno y en lo menos bueno. Desde pequeños siempre compartimos juntos. La familia es un tesoro”, expresó Rafael.

La conexión que tiene Italia con Venezuela trasciende los tiempos. Fue gracias al atrevimiento de un genovés, Americo Vespucci, que le dio el nombre de pequeña Venecia. También los une la historia de inmigración, primero de Italia hacia Venezuela y ahora a la inversa.

Dominados por la gratitud, o por simplemente ayudar al otro, los italianos enviaron un mensaje a sus hermanos venezolanos, que el cariño que se tienen sigue latiendo como el amor de la familia Peña-Torres.