La crecida del río Ure, que terminó desbordándose el 31 de agosto, dejó un saldo de unas 417 familias damnificadas, más de 200 viviendas afectadas y la muerte de un adolescente que fue arrastrado por la corriente, en la parroquia Pozo Verde del Municipio Caroní, en Puerto Ordaz de Ciudad Guayana.
Las viviendas más afectadas son las que se ubican del lado del río, las de barro y madera. Las pérdidas pasan por enseres, siembras y animales de cría.
Radio Fe y Alegría Noticias realizó un viaje desde San Félix hasta el sector El Dique, recorriendo gran parte de la vía El Pao. El escenario es triste y poco esperanzador. En todas las casas se ven los corotos por todos lados. Los habitantes de estos poblados han tenido que hacer malabares con sus muebles para mantenerlos a salvo, pero no todos han corrido con suerte: muchos perdieron todo; incluso la vida.
Tragedia por Alfonzo
Poco antes de llegar a El Dique, en el sector Puente de Hierro, la crecida del río Ure acabó con la vida de un muchacho de 15 años llamado Alfonzo David Fernández Rengel.
Era el mayor de tres hermanos, vivía junto a sus padres en una loma del otro lado de la quebrada. Pero por causa de las torrenciales lluvias, él y su familia se habían ido a una zona más alta a refugiarse con otros familiares.
La señora Agripina Esparragoza, quien es vecina de la familia, relató que el martes 31 de agosto, Alfonzo bajó a revisar que todo estuviese bien en su casa. También refugió a los animales, limpió y ordenó todo; incluso preparó arepas y les mandó a sus padres.
Agripina, con los ojos llenos de lágrimas, contó que Alfonzo también ayudó a su tío a rescatar algunos enseres de su casa que estaba totalmente inundada por el río.
Con precisión, nadie sabe cómo ocurrió todo, piensan que en algún momento cuando se quedó solo, se acercó mucho a la orilla del barranco y resbaló; luego la corriente lo arrastró y desafortunadamente se topó con una guaya del tendido eléctrico que había caído en el agua.
Lo consiguieron el miércoles 01 de septiembre gracias a los familiares y vecinos que valientemente se atrevieron a meterse al agua. Los testigos contaron que ni Protección Civil ni los Bomberos de Caroní se atrevieron a cruzar al otro lado del río.
Al muchacho lo sacaron sus vecinos hasta el lado del río que da con la carretera. Allí fue que los funcionarios se encargaron junto a efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas de hacer el levantamiento del cadáver.
“Quedamos sin casa y con paludismo”
En el sector El Dique, donde habitan aproximadamente 159 familias, hay alrededor de 75 familias damnificadas. Uno de los casos más críticos es el de la señora Carmen, una mujer de 49 años que se quedó en la calle con sus 5 hijos y su esposo.
El día de la crecida del río Ure ya habían sacado gran parte de sus cosas, pero guardaban la esperanza de volver a su casa. Para sorpresa de todos, el río derrumbó la vivienda casi por completo.
La construcción de bloques quedó solo con la pared de la fachada y parte del techo. La señora Carmen y su familia no pudieron hacer nada ante la fuerza del agua; no les quedó más que salir y ver cómo su casa se derrumbaba frente a sus ojos.
Carmen y todos en su familia tienen paludismo y no han recibido ninguna ayuda gubernamental: nadie los ha visitado para ofrecerles una solución habitacional, aunque sea temporal. Unos familiares les dieron albergue mientras resuelven su situación.
“Mi mamá no se puede parar de la cama, está muy mal con el paludismo… mira eso fue horrible, a las 6:30 de la mañana se escuchaba el río como sonaba y cuando vimos la pared se comenzó a caer y después la otra. No se pudo hacer nada. Quedamos sin casa y con paludismo”, comentó una de las hijas de Carmen.
Rosa Pereira vive al lado, también junto al río y vio cuando a Carmen se le cayó su casa.
“Se le cayó toda la casa, se le dañaron los corotos, perdió todo. Tuvo que irse a casa de sus papás y ahora tiene paludismo”, dijo sobre lo que sucedió a su vecina; también expresó que su casa resultó bastante afectada. El agua entró desde el patio a su casa y llegó hasta el jardín del frente, pero sin pérdidas que lamentar.
Azotados por el paludismo
Uno de los problemas que más afecta a estos sectores, además de las inundaciones, es el paludismo.
La señora Pereira y otros vecinos aseguran que el paludismo es una constante en la zona; es algo que ya se ha vuelto parte de sus rutinas. Hay personas que han tenido la enfermedad más de 30 veces y otras que ya perdieron la cuenta.
Rosa manifestó que “hay mucha plaga, las lluvias han traído más plagas”.
Asimismo, aseguró que no han realizado jornadas de fumigación en la zona para contrarrestar la proliferación del mosquito.
Informó que recientemente realizaron una jornada de salud en el sector Quebrada Honda, pero que “en El Dique no han hecho nada”.
“Solo han venido unas personas de una instituciones a donar comida. Agua también nos trajeron, pero nada más”, dijo Rosa.
Radio Fe y Alegría Noticias pudo constatar que el ambulatorio de la parroquia Pozo Verde está en funcionamiento. Es un ambulatorio tipo II, lo que significa que pueden atender emergencias.
El doctor Raúl García, quien se encontraba de guardia en el ambulatorio, confirmó que sí hay pruebas para detectar la malaria y también las medicinas necesarias para tratar la enfermedad.
Asimismo, explicó que en el centro cuentan con medicinas para atender diferentes padecimientos, así como insumos y material de bioseguridad.
El galeno explicó que la situación del paludismo en la zona sigue siendo igual a la de años anteriores, ya que es una enfermedad endémica de la zona.
“Todos los días viene una cantidad importante de pacientes, acá a la sección de malaria que tenemos. Lo bueno es que aquí mismo tenemos malariología, les damos el tratamiento. Eso nunca falta acá, tratamiento para paludismo, falta cualquier cosa menos eso”, expresó García.
Escasean los alimentos y las medicinas
Los habitantes de El Dique se quedaron sin gran parte de sus alimentos, pues los plátanos, yuca, maíz, lechosa, aguacate y otros frutos que tenían en sus patios, así como también los pollos, gallinas y cochinos, fueron arrastrados por la crecida del río Ure.
Por otro lado, abundan las enfermedades. La amibiasis, causada por el consumo de agua no potabilizada, es común porque muchos se ven obligados a tomar agua del río. No hay mosquiteros ni insecticidas para evitar que los brotes de malaria continúen.
Las pocas medicinas que tenían han servido de paliativo en esta crisis que han vivido desde que se desbordó el río. Ellos solicitan ayuda urgente, pues en el sector hay muchos niños pequeños y adultos mayores, quienes resultan más afectados y en este momento no pueden trasladarse hasta los centros de salud; requieren de jornadas que vayan hasta la población.
“Hay mucha gripe, fiebre y los niños tienen ronchas por el agua sucia”, agregó otra vecina del sector.
Un llamado de auxilio
Otros sectores de la parroquia Pozo Verde, están prácticamente aislados. El sector La Mona es uno de los seis poblados que después del derrumbe del puente Sierra Caroní quedó incomunicado y aislado.
Esta población queda a cuatro kilómetros del puente y las familias damnificadas deben caminar esta distancia para poder salir a conseguir alimentos, medicinas o lo que necesiten.
Aunque el Alcalde del municipio Caroní, Tito Oviedo, y el Gobernador del estado Bolívar, Justo Noguera, aseguran que las zonas afectadas por las inundaciones están siendo atendidas, los habitantes de Pozo Verde envían un llamado de auxilio a las autoridades.