Recién salido del horno, tenemos el estudio de Delphos y del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Ucab que nos muestra el estado de la coyuntura actual de opinión pública en Venezuela de cara a la elección primaria convocada para el 22 de octubre. Allí aparecen unos datos verdaderamente reveladores sobre las consideraciones de la población en el momento político actual.
El 84,6% de los encuestados se alinea con un muy necesario y anhelado cambio de gobierno en el país. Esta, sin duda y en las actuales circunstancias, es una pauta clara que está sembrada en buena parte de la población y que marcará el rumbo en cualquier tipo de elección que se realice de ahora en adelante en Venezuela. Este porcentaje representa una fuerza social demasiado fuerte que si se llega a unificar medianamente puede representar un altísimo porcentaje en intención de voto.
Pero hay más. En la muestra aplicada se logra una respuesta sorprendente ante la pregunta sobre quién o quiénes tienen la capacidad real para impulsar un cambio en el país. 59,3% de las respuestas se inclinaron por el “nosotros mismos, todos nosotros” y un 35,3% respondió “los ciudadanos, la gente” con lo cual, se crea un coctel de más de 94% que siente que el “cambio” está en sus manos frente a un 23,4% que estima que está en manos de los militares y un 17% en la comunidad internacional.
Estas cifras obviamente reflejarían mucho lo que pudiera ocurrir en los sucesivos procesos electorales que vamos a tener de ahora en adelante. Pero lo más probable es que, por diversas maneras, se intente “diluir” esta concentración de fuerza social mediante artilugios que limiten la capacidad de participación política del electorado venezolano.
No obstante, del dicho al hecho hay mucho trecho y para que la ecuación permita que se consolide el deseo de cambio hace falta muchas cosas.
Para que los deseos de esa amplia y legitima mayoría social de venezolanas y venezolanos puedan “preñar” un verdadero proceso de transformación de las instituciones políticas del Estado se necesita coordinar una direccionalidad política que brinde claridad en los objetivos estratégicos y, a la par, brinde la confianza necesaria en el liderazgo para que pueda ser alineada sistemáticamente.
Obstáculos en el camino, así como la proliferación de la desinformación se intensificarán para entorpecer cualquier iniciativa que apunte a generar un cambio de gobierno.
Este estudio de Delphos muestra que la gente se ha empoderado del cambio en términos masivos. Aunque también aparezcan síntomas de temor en determinadas circunstancias, la fuerza social alrededor del deseo de cambio está demasiado alineada.
Aquel actor político que logre aglutinar ese sentimiento, y logre hacerlo ganándose la confianza plena de la gente, podrá tener a su favor un vector de fuerza transformadora que le puede garantizar una base social de enorme apoyo para impulsar todas las reformas necesarias en nuestras instituciones y en el manejo de la economía venezolana.
Un dato aparte del estudio, pero que refuerza sus hallazgos es que la desinformación ya no está causando tantos estragos como en el pasado. La gente ha aprendido a diferenciar lo sustancial de las cortinas de humo. Tantos años de manipulación y polarización han dejado demasiadas secuelas como para que la gente se enganche en “fintas” tan absurdas como sutiles que ya no toman a nadie fuera de base.
Piero Trepiccione es politólogo y Coordinador del Centro Gumilla en el estado Lara. @polis360
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