Los presidentes de Colombia y Brasil se están moviendo como auténticos pesos plumas. Esta semana se reunieron en Colombia y entre otros anuncios, lanzaron una propuesta de un “plebiscito para un pacto democrático” que se realice en paralelo a las elecciones presidenciales, a celebrarse este próximo 28 de julio en Venezuela.
Ambos han jugado “cuadro cerrado” en los últimos meses tratando de viabilizar acuerdos que tengan un alto impacto en la región y es que la situación venezolana tiene dos variantes asociadas directamente a impactos regionales: la migración y su economía.
Independientemente de lo que podamos opinar acerca de esta propuesta concreta que han planteado, creo que lo más importante es el involucramiento de ambos mandatarios con mucha diplomacia en el tema venezolano. Tanto Gustavo Petro como Lula da Silva proceden de la izquierda continental y pueden jugar un rol estelar en el regreso al juego político interno, en un país donde la polarización destruyó la confianza entre las partes y las normas mínimas para el reconocimiento entre actores diversos.
Preocupación por la migración
Las razones para este involucramiento más activo pasan por las consecuencias dramáticas que ha venido teniendo en los países vecinos, la potente migración venezolana que reúne alrededor del 25% de su población. Brasil y Colombia, según las últimas cifras, han recibido, entre ambos, a casi tres millones de migrantes venezolanos.
Este hecho, causa presiones internas de carácter muy complejo a ambos gobiernos latinoamericanos más allá de las afinidades ideológicas que puedan tener con el gobierno de Caracas. Por lo tanto, dejar el problema en manos de los EE. UU. y la Unión Europea no es una forma fácil de resolver la situación y por eso, el creciente protagonismo de este eje Bogotá-Brasilia para atender la situación de manera directa.
Pero también existe otro factor que no se puede dejar de lado: la economía. Venezuela es un país de enormes riquezas en materia de hidrocarburos y minerales. Este país suramericano llegó a exportar diariamente más de tres millones de barriles de petróleo al mercado energético internacional, además de proveer electricidad a ambos países fronterizos y gas a Colombia en particular.
El intercambio económico con Colombia, en su mejor momento, se gestó en alrededor de diez mil millones de dólares al año y con Brasil, llegó a superar los tres mil millones de dólares. Cifras para nada despreciables, más bien, demostrativas de la necesidad de integración económica para favorecer el desarrollo de los tres países.
Liderazgo político necesita ayuda
Estas circunstancias le otorgan un espacio especial a Lula y a Petro en la atención al conflicto político venezolano. Y más allá de los ataques persistentes que se les hacen a ambos mandatarios a través de las redes sociales por este rol que están jugando, estimo que es demasiado importante que lo hagan en medio de las actuales circunstancias que vive Venezuela y la oportunidad que se abre de cara al proceso de elecciones presidenciales a realizarse este próximo 28 de julio.
No se puede dejar solo al liderazgo político venezolano la solución de su conflicto interno. Podrían pasar 100 años y seguir en lo mismo. Venezuela requiere una absoluta atención a su economía y al desarrollo humano. El siglo XIX estuvo lleno de diferencias políticas y las consecuencias fueron dramáticas, tanto así, que iniciamos el siglo XX con un retraso de por lo menos 40 años.
Repetir la historia podría, en el mediano plazo, desmembrar al país, con por lo menos dos millones de migrantes más. Esto podría significar un alargamiento de nuestro conflicto político interno por al menos, 50 años más. Si esto ocurre, ni la historia ni nuestra conciencia nos lo perdonarían.
Piero Trepiccione es politólogo y coordinador del Centro Gumilla en el estado Lara | @polis360
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