El sur de Bolívar también sueña con una mina de profesionales

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Por Amador Medina | Radio Fe y Alegría Noticias.

A medida que la camioneta subía varios kilómetros de carretera, el clima se tornaba más fresco, eran las 6 de la tarde y el equipo de Fe y Alegría ya cumplía más de 12 horas de viaje. Allí se trasladaban José París, Amador Medina, Melba Alcalá, Miller Alba y Carlos Alcalá, en lo que fue una semana de visitas a la Gran Sabana, aquella madre que cuida a sus hijos pemones y criollos.

El programa de educación para adultos de Fe y Alegría Educomunicación ya estaba instituido en Santa Elena de Uairén, al sur del estado Bolívar. En 2002 surgió la primera promoción de lo que fue un aula anexa de la ciudad de Puerto Ordaz; pero la distancia geográfica demandaba una cercanía que siguiera sumando a nuevos futuros profesionales en una zona de múltiples carencias y donde esta institución quiere seguir aportando a su desarrollo desde lo más fundamental: la educación.

Así, en 2022 se inauguró una oficina independiente de Fe y Alegría Educomunicación en el sector Manak Krü de Santa Elena de Uairén. Las comunidades pemón y no indígenas, desde entonces cuentan con una estación de radio y el acompañamiento a los participantes; son un aliado más para resaltar la interculturalidad presente en la zona.

Melba Alcalá, que ya había viajado en varias oportunidades a la Gran Sabana, preparó sándwich la noche anterior para desayunar. Embolsó algunas galletas, agua y un par de frutas. El equipo partió a las 6 de la mañana desde Ciudad Guayana y según el cronograma, cuatro centros educativos debían ser visitados. Mientras avanzaban, recordaban el trayecto que llevaron a cabo en 2022, cuando en alguna ocasión tuvieron que devolverse porque varios tramos de la troncal 10, la carretera que conduce hasta Brasil, habían colapsado: ellos se encomendaron a Dios porque todo saliera bien.

Cuando el calor comenzó a abrazar las primeras horas de la mañana, llegaron a Tumeremo, la primera parada. En esta localidad Fe y Alegría comunicación cuenta con 4 participantes y la profesora que anima este centro es Neyda Lambo, una indígena de la etnia pemón.

Hacia el mediodía y con el sol inclemente, todos iban cabeceando en la camioneta. Algunos de ellos querían leer y otros, dormir un rato, pero las condiciones de la carretera no lo permitían. Frente a ellos comenzaron a ver a una veintena de motorizados que los pasaban o se cruzaban en aquella vía llena de polvos. La mayoría de ellos eran jóvenes: todos curtidos en barros y con sus herramientas de trabajo a cuestas. Este panorama avisó que ya estaban en El Dorado.

En esta pequeña población el equipo estuvo a punto de quedarse sin almuerzo porque no contaba con oro, el mineral con el que se transa todo tipo de pagos. Pero El Dorado está lleno de hombres y mujeres que históricamente se han esforzado por sacar a su familia adelante, por eso padres y representantes envían a sus hijos para estudiar. Fe y Alegría cuenta con 9 participantes en esta localidad.

El viaje continuó y llegaron a Las Claritas, un movido pueblo donde reinan las motos y da paso a la última parada antes de adentrarse a la Gran Sabana. Allí hay 18 participantes de Fe y Alegría Educomuniación. Todas las reuniones en los centros educativos estuvieron a cargo de Carlos Alcalá.

“Ustedes deben estar llegando a Santa Elena como a las 10 o a las 11 de la noche, antes de aquí hasta allá eran unas dos horas”, dijo una de las docentes que recién se habían reunido con el equipo.

Eran las 5 de la tarde cuando la camioneta marchó hacia la Gran Sabana. Avanzaron y finalmente a lo lejos, en el horizonte, vieron los relámpagos sobre los tepuyes. A medida que el carro subía varios kilómetros de carretera, el clima se tornaba más fresco, ya eran las 6 de la tarde.

Y comenzó a llover: los rayos comenzaron a asediarlos, mientras Melba y Miller recordaban que al profesor Pedro Javier, un indígena pemón de la Gran Sabana y voluntario de Fe y Alegría, lo había alcanzado un rayo, dejándolo al borde la muerte. Hoy en día se sigue recuperando.

Sobre las 10 de la noche llegaron a Santa Elena de Uairén, la pequeña ciudad donde Fe y Alegría lleva a cabo varios proyectos integrales, no solo el educomunicativo, sino iniciativas que están empoderando a las comunidades más vulnerables con actividades que destacan sus habilidades y destrezas.

Como el que Melba Alcalá lleva a cabo en la comunidad Nazareno de Santa Elena, es un sector donde viven resilientes, que se niegan a dejarse devorar por las carencias de servicios. Allí 15 participantes, entre niños y mujeres, están llevando a cabo arte sobre taparas y materiales de reciclaje. Estas son utilizadas en sus hogares o vendidas.

En Santa Elena, Fe y Alegría tiene 127 participantes con el programa de educación para adultos y este año egresan 9 técnicos medio. Varios jóvenes deciden retomar estudios de bachillerato en Brasil, sin embargo, esta institución está formando parte del rescate cultural del venezolano, con la calidad que la ha caracterizado desde hace más de 60 años.

La profesora América Páez es la directora de la recién creada oficina de Fe y Alegría Educomunicación. Es una docente pemón entregada a las causas de su pueblo originario, consciente de la deuda histórica que el mundo tiene con los indígenas y llena de sabiduría.

Mientras el equipo visitó los centros educativos en las comunidades indígenas de la Gran Sabana, mantuvo cercanía con los participantes en su idioma y los animó a seguir estudiando. La mayoría de ellos estudian la mención de agroecología, porque esta recorre sus venas, sus entrañas: los abuelos, padres y hermanos, cuidan y siguen cuidando cada centímetro de tierra para la siembra, para la vida, en una Gran Sabana que sigue soñando con una mina de profesionales. 

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