Tras 5 años de preparación, dos versiones y un “proceso de maduración”, el Vaticano ha publicado este lunes 8 de abril la declaración “Dignitas Infinita” (Dignidad Infinita), elaborada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) con la colaboración de varios consultores, expertos y la aprobación del Papa Francisco.
Este nuevo documento sobre la dignidad humana ha sido guiado, a expresa petición del Santo Padre, por el Cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del DDF y también autor de la polémica declaración Fiducia supplicans.
El documento sobre la dignidad humana ha sido publicado en el marco del 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y presentado en una rueda de prensa en Roma en la que han participado el Cardenal Fernández junto a Mons. Armando Matteo, secretario del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
La finalidad de esta nueva declaración, presentada como un compendio del magisterio de los pontífices de la última década, es “aportar algunos elementos de reflexión” y ayudar a tener presente el concepto de dignidad humana en el momento histórico que vivimos.
Este documento recuerda también que la dignidad corresponde al ser humano “más allá de cualquier cambio cultural”, que “permanece más allá de toda circunstancia” y no solamente corresponde a aquellas personas “capaces de razonar”.
Las violaciones graves de la dignidad humana
Tras una breve exposición de los principios fundamentales, la declaración presenta 13 “violaciones graves de la dignidad humana”.
Entre ellas se abordan algunas preocupaciones crecientes como la teoría de género, el cambio de sexo, el aborto, la maternidad subrogada (conocida como vientres de alquiler), la eutanasia, el tráfico humano, los abusos sexuales o la pobreza.
La declaración se refiere a la ideología o teoría de género como una consecuencia de la colonización ideológica “extremadamente peligrosa, porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos”.
En este sentido, especifica que “debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres”.
El documento del Vaticano advierte además que cualquier operación de cambio de sexo corre el riesgo “de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción”.
La declaración también subraya que la aceptación del aborto es señal “de una peligrosísima crisis del sentido moral”, al tiempo que denuncia “la difusión de una terminología ambigua”, como la de “interrupción del embarazo”, que tiende a ocultar su verdadera naturaleza.
En cuanto a la maternidad subrogada o vientres de alquiler, el DDF afirma que “el deseo legítimo de tener un hijo no puede convertirse en un ‘derecho al hijo’ que no respete la dignidad del propio hijo como destinatario del don gratuito de la vida”.
Asimismo, establece que la trata de personas “desfigura la humanidad de la víctima y deshumaniza a quienes la llevan a cabo” y reitera también el compromiso de la Iglesia de luchar en contra de los abusos sexuales.
En la declaración se denuncia además que la eutanasia y el suicidio asistido están “ganando mucho terreno” y que a menudo se extiende la idea de que “son compatibles con el respeto a la dignidad humana”.
Sin embargo, advierte que “no hay condiciones en ausencia de las cuales la vida humana deje de ser digna y pueda, por tanto, suprimirse”.
El documento también incluye dentro de este grupo de “violaciones” a la dignidad humana a las guerras, los emigrantes, “las violencias contra las mujeres”, el descarte de personas con discapacidad y la “violencia digital”.
A modo de conclusión, el Cardenal Víctor Fernández resalta que la Iglesia “no cesa de alentar la promoción de la dignidad de toda persona humana”, con esperanza “segura de la fuerza que brota de Cristo resucitado, que ha llevado ya a su plenitud definitiva la dignidad integral de todo varón y de toda mujer”.
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