El miércoles 15 de julio, Eduarda Molinos, de 67 años de edad, empezó su viacrucis. A la fecha presentaba malestar general, fiebre y dolores generalizados en el cuerpo.
Ante la alerta de multiplicación de casos de Coronovirus en el estado Monagas, sus familiares insistieron en llevarla al Centro Diagnostico Integral 23 de Enero, en su propia comunidad, para descartar o confirmar la enfermedad.
Su hija, Rosanna, cuenta lo vivido en la primera visita: “le recetaron acetaminofen y Loratadina. La mandaron para su casa, no le hicieron la prueba para COVID-19 ni nada”.
La salud de la señora Eduarda siguió desmejorando. Su familia siguió entre el viernes y sábado reportando sus síntomas a través de la plataforma Patria, mecanismo usado por el gobierno para la captación de casos COVID-19. Pero para ella no llegó la asistencia.
Rosanna relató a Radio Fe y Alegría Noticias que su mamá, como pudo, regresó al CDI 23 de Enero. Con los síntomas y dificultad respiratoria, decidieron hacerle la prueba de detección de COVID-19 que resultó positiva.
La sorpresa de la familia llegó cuando los médicos tratantes la mandaron a casa con su familiar para que se aíslen. “¿Presentando una dificultad respiratoria fuerte, usted me la va a enviar a la casa? Eso no es lo que procede, póngale por lo menos oxígeno y el tratamiento. Le rogué a la doctora que la atendieran”, agregó.
Molinos denunció “la dejaron todo el santo día sentada afuera en el garaje del CDI 23 de Enero, esa señora que ya no podía ni con su alma, ni respirar, para en horas de la tarde pedirle que se marchara a su casa”.
Durante la noche, la afectación respiratoria de la señora Eduarda siguió y ante la insistencia de la familia, consiguieron una ambulancia para su traslado al centro piloto para atención de pacientes con COVID-19, el Hospital Manuel Núñez Tovar de Maturín, pero no había cama disponible ni oxígeno.
“La recogió la ambulancia a las once y media de la noche y al llegar al hospital, no había oxígeno. La llevaron nuevamente al CDI 23 de Enero pero la ambulancia pasó rato tocando (la corneta y la sirena) y nadie salía para atenderla. Mucho rato después, abrieron la puerta. Uno siente mucha impotencia y mucho dolor. Hoy fue ella, mañana podría ser otro”, exclamó Rosanna.
A más de una semana de iniciar su calvario, la señora Eduarda sigue luchando, recibiendo atención y oxígeno en el centro de salud en el que, según denunció su hija, al principio se negaron a realizarle la prueba que una semana después daría positiva, cosa que impidió que le prestaran la atención que requería por su condición de adulta mayor con afectación respiratoria.
En Monagas, esta semana ya la gobernadora Yelitza Santaella planteaba la necesidad de ir ampliando la capacidad de camas y logística, así como de personal sanitario ante el repunte de casos positivos de COVID-19 que registra la entidad.
Para este viernes 24 de julio, Monagas supera los 170 contagios con un aumento considerable de los casos comunitarios y esperando confirmación de unas 436 pruebas de PCR.