Las declaraciones de Maduro condicionando las presidenciales establecidas en la Constitución y en la ley a la liberación de las sanciones, lo ponen en evidencia. Las sanciones han sido impuestas por una parte de la comunidad internacional precisamente por los atropellos cometidos, violando derechos humanos y la realización de elecciones libres. Las elecciones tienen que ver con un mandato legal, que para nada puede relacionarse con las sanciones. Se realizan en cumplimiento de nuestro ordenamiento legal y nada, ni nadie, jurídicamente se les puede oponer.
En nuestra historia un 30 de noviembre de 1952 se realizaron elecciones para escoger a los diputados a la Constituyente convocada por la dictadura, que había sucedido al gobierno del presidente asesinado Román Delgado Chalbaud.
Ante la inhabilitación de Acción Democrática y de otros partidos, estas elecciones las ganó abiertamente URD. Los resultados proscritos que se conocieron a la postre le dieron al partido de Jóvito Villalba URD 1.198.000 votos, al partido de Pérez Jiménez FEI 403.000 y a COPEI liderado por Caldera 306.000 sufragios. Sin embargo, los resultados publicados y que se dieron a conocer el 2 de diciembre le dieron: 788.086 votos para FEI, 638.336 votos para URD y 300.309 votos para COPEI. De manera descarada, la Constituyente plenipotenciaria declaró a Pérez Jiménez como presidente, siendo derrocado cinco años más tarde, el 23 de enero de 1958.
De haberse respetado los resultados, la Constituyente en vez de nombrar a Pérez Jiménez habría declarado presidente a Villalba. Sus bases comiciales le daban poder para nombrar todos los cargos, incluyendo los de elección popular hasta 1958. De cualquier manera, cuando todavía no se habían hecho públicos los resultados, el dictador convocó a una reunión a los ganadores de URD y a su líder, y fueron apresados, montados en un avión y despachados del país. 70 años después vale la reflexión para entender el reto que tenemos por delante. Hoy cuando se habla de negociaciones y acuerdos es necesario entender que deben darse todas las condiciones para ir a unas presidenciales de acuerdo a la Constitución vigente y a la ley, y que tengan supervisión de los organismos internacionales.
Los verdaderos marxistas nunca han creído en elecciones liberales o representativas, a las que denominan burguesas. Las presidenciales en Venezuela pueden ser un gran detonante para lograr un cambio en el poder. Si la oposición actúa de manera inteligente y no se divide, escogiendo un candidato unitario con suficiente respaldo, le será mucho más difícil a Maduro desconocer los resultados. Lo intentará seguro que si, pero también lo han intentado Trump y Bolsonaro y no han podido, ante tantas evidencias.
Mi propuesta es que la oposición proponga una lista de candidatos, de acuerdo a como quedan en las primarias. Lista que se puede ir corriendo a medida que vayan inhabilitando a los primeros, pero dejar sin chance a más de veinte candidatos es más difícil que quitar del medio a una decena. Aquí se necesita mucho desprendimiento, que todo el universo electoral salga a votar y que se deje patente que en el peor de los escenarios la victoria será de 70% oposición contra no más de un 30% que a duras penas podría alcanzar Maduro.
Después de 23 años es tiempo de convertir lo que dicen todos los sondeos en realidad. «No existe en el mundo nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo» como dijo Víctor Hugo. Este es el tiempo de la oposición ahora.