En Bolsillo Roto se escapan las respuestas

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Inseguridad, aseo urbano y gas doméstico son problemas que aquejan a la totalidad de las comunidades de Machiques, al occidente del estado Zulia.

Pero en el sector Bolsillo Roto el tema eléctrico mantiene en vilo a familias de la comunidad desde noviembre del año pasado.

La avería de dos transformadores complicó el buen vivir de los vecinos del sector que, afortunadamente y por autogestión, lograron la adquisición, en dólares, de uno de los aparatos.

Según indicaron los vecinos, y a pesar de que el transformador faltante ya está reparado, hasta la fecha ocho familias todavía no cuentan con el servicio eléctrico. Por esto exigen una pronta respuesta ante las reiteradas solicitudes hechas a las autoridades locales.

Luis Romero, uno de los habitantes de Bolsillo Roto y quien se ha dedicado a la docencia, aseguró a Radio Fe y Alegría Noticias que las residencias cuentan con energía gracias a la ayuda de otros que lograron conectarse al transformador.

“(Han) pedido arrimo con los vecinos más cercanos para que puedan tener corriente y hacer sus quehaceres, como cocinar”, destacó.

La falta de gas doméstico hace obligatorio el uso de cocinas eléctricas, lo que genera un importante aumento en el consumo de energía.

Promesas… ¿de campaña?

En búsqueda de una solución ante la crisis que genera el estar sin electricidad, los vecinos se organizaron y realizaron actividades pro-fondos destinadas a la adquisición del equipo.

De la misma forma, en noviembre, y en plena campaña electoral, las autoridades locales ofrecieron 200 dólares americanos como aporte para la compra e instalación del transformador. Hasta la fecha, los vecinos todavía esperan impacientes la entrega del dinero.

Romero hizo un llamado a la alcaldesa del municipio, Betty de Zuleta, pues aseguró que continúan sin respuesta; a este clamor se sumó una de las vecinas de Bolsillo Roto, la señora Trina Balza.

“¿Para cuándo nos da esa plata? Que tenemos que terminar de pagar (el transformador)”, exigió Balza. Añadió que mantiene en su residencia a tres personas enfermas, que, naturalmente, son los principales afectados.

“Ella (la alcaldesa) me ofreció los 200 dólares y me dijo que tenía que esperar hasta el mes de enero. Hasta que ‘entre’ plata a la alcaldía”, agregó.

Balza, quien es una de las manzaneras de la zona, indicó que se mantendrá constante en la búsqueda de una solución, directamente con los organismos competentes.

No solo la luz brilla por su ausencia

Las bolsas de alimentos distribuidos por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y el aseo urbano fueron los que más brillaron, no por su eficiencia o cantidad de veces que los vecinos eran beneficiarios del servicio, sino por su ausencia durante el pasado año.

“El año pasado sólo nos vendieron una sola vez (la bolsa del CLAP)”, lamentó Balza y destacó que, lo que va de año, todavía esperan la entrega de los alimentos del gobierno nacional.

Y el CLAP no es lo único. También es materia pendiente en el sector la distribución del gasplan en bombona, que, ante la escasez, puede oscilar, en el mejor de los casos, entre 35 y 40 dólares americanos un cilindro de 43 kilos.

“Escuché decir que iban a eliminar los privados, pero ni privados ni nada”, lamentó.

Algo bueno tiene que pasar

Si se habla de recolección de basura, en los momentos cuando el camión volteo o el compactador no pasan por el sector, la gente se ve obligada a quemar los desechos o lanzarlos a la cañada que atraviesa el sector.

Lo primero afecta directamente a niños, ancianos y personas que padecen de problemas respiratorios; mientras que en temporada de lluvias y por la falta de mantenimiento a la cañada, los que viven en sus cercanías están propensos a que las aguas residuales entren en sus casas.

Afortunadamente, el domingo pasado, y tras reunirse con el regente del garaje municipal de Machiques, Jimmy Manjarrés, el camión pasó a la comunidad a retirar los desechos. El funcionario se comprometió en enviar una unidad recolectora cada 15 días en las calles principales de Bolsillo Roto.

“Teníamos tiempo que no veíamos el camión. Por lo menos tres o cuatro meses”, destacó.