Se cumple una semana desde que la DANA partió a Valencia en dos. El martes pasado comenzó el calvario para miles de familias que se vieron con el agua al cuello en sus casas y en sus carros.
Una semana después de las inundaciones en Valencia, todavía no hay lista oficial de desaparecidos y el contador de víctimas se detuvo en 217 el pasado sábado. La pregunta de todos es ¿por qué?, ¿qué pasó el 2 de noviembre?
Los vecinos de las zonas arrasadas se pasaron cuatro días pidiendo ayuda mientras intentaban encontrar a los desaparecidos y limpiaban con las manos sus calles y sus casas. El Ejército tardó en activarse hasta cinco días, en algunas zonas. ¿Por qué?, es la pregunta.
Este martes se reanudaron las actividades escolares en los colegios que así lo permiten.
La ciudad sigue sin servicios de metro, tranvía y tren de alta velocidad. Funcionan con precariedad los servicios de cercanías y de autobuses. En municipios aledaños puede pasar un bus cada hora.
Alerta sanitaria en Valencia
En la zona sur de la Comunidad Valenciana se activó la alerta sanitaria por infecciones y virus que atentan contra la salud de la población.
En Paiporta, Xiva, Torrent o Manises, por ejemplo, el agua estancada y la fetidez por cadáveres de animales y humanos hace casi imposible respirar.
Las autoridades piden a los voluntarios y a los vecinos que se vacunen contra el tétano.
La solidaridad del barro
En medio de la putrefacción y de los peligros silenciosos, la solidaridad no para. El pasado 2 de noviembre, miles de personas cruzaron a la otra mitad de la ciudad con palas y comida para ayudar a los vecinos.
Es una de las imágenes de la solidaridad más significativas de la tragedia. Los voluntarios se multiplican y llegan desde todos los puntos de la península.
Con la frase: el pueblo salva al pueblo, los valencianos se mimetizan en la poesía para ponerle color a la desatención del Estado.
La DANA, las alertas y los gobiernos
En una semana, el fenómeno natural de la gota fría puso en peligro la vida de la ciudadanía y en evidencia las profundas distancias políticas entre los que dirigen los gobiernos y las comunidades.
Las familias recibieron con palos y barro al presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y a los Reyes, Felipe y Leticia el pasado fin de semana.
A Mazón le recriminan que no haya hecho las alertas a tiempo, a Sánchez que no haya activado la ayuda militar temprana.
Los dos primeros se fueron de Paiporta conforme la gente los increpaba y los dos últimos se quedaron, encararon el malestar ciudadano. Al final, el Rey Felipe pidió perdón.
Los meteorólogos reiteran que informaron a las autoridades a tiempo sobre las inminentes inundaciones en Valencia y la gran pregunta, otra vez, es: ¿por qué?, ¿por qué no se mandó el mensaje con la alerta roja a la ciudadanía?.
¿Por qué los celulares sonaron cuando el agua ya estaba en las casas y los carros se amontonaban inútiles en las calles?. ¿Por qué?
Historia repetida
Lo más probable es que en los próximos días la justicia también se active y comience a preguntar por los responsables. Lo más probable, también, es que el tema vaya desapareciendo de los medios de comunicación y de la agenda política.
Lo más seguro, por experiencias como la del volcán de La Palma, es que cuando se cumpla un año de la tragedia, muchas familias están durmiendo en la calle y preguntándose por qué.
Las inundaciones en Valencia están mostrando lo mejor y lo peor de la cualidad humana. La compasión y la maldad se disputan el protagonismo en la peor tragedia del del siglo.
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