El pasado tres de agosto, el Director Nacional de Fe y Alegría de Venezuela, P. Manuel Jaime Aristorena, dio a la luz pública un documento donde recoge los esfuerzos del personal de Fe y Alegría por enfrentar la pandemia de un modo creativo para, a pesar de las condiciones tan adversas, garantizar a sus alumnos la mejor educación posible. Dada la extensión y riqueza del documento donde describen con detalle la enorme cantidad de actividades que realizaron a nivel pedagógico, comunicativo, sanitario, social, alimentario y espiritual, voy a seleccionar algunos párrafos significativos:
“Ha sido un curso duro, atípico, donde creamos e innovamos, respondimos a una realidad cambiante y retadora, le hicimos frente y sacamos lo mejor de nosotros. El personal, sobre todo los docentes y comunicadores, no se amedrentó ante la crisis. Formamos equipos que transitaron nuevos caminos para responder al compromiso de educar. Sacaron fuerzas de la flaqueza y sembraron esperanza y fortaleza espiritual, para que los estudiantes, de la mano de sus familiares, asumieran el reto de su formación
El personal de apoyo, administrativos y obreros, ha sido fiel y heroico atendiendo a los representantes, cuidando los centros junto a vecinos y comunidades organizadas. Estamos seguros que seguirán cuidándolos durante las vacaciones.
Agradecemos a todos los amigos, bienhechores, donantes, ONGs, organismos internacionales. Sus aportes contribuyen a que muchos de nuestros alumnos y personal tengan acceso a alimentación, transporte y medicinas. Seguimos trabajando para que esos beneficios lleguen a mayor cantidad de personas. Y a los estudiantes: para ustedes existimos. También trabajaron duro. Añoramos verlos en las aulas, talleres y patios; estudiando, pensando, creando, dialogando, construyendo, relacionándose, riendo.
¡Somos más que una escuela! Por eso impulsamos la reconstrucción del tejido social, el fortalecimiento comunitario, educamos para el emprendimiento, organizamos Madres promotoras de paz, grupos juveniles a través del Movimiento Juvenil Huellas, formamos líderes juveniles universitarios, atendemos a nuestros 7.450 niños dejados atrás y promovemos ambientes de paz y de ciudadanía, entre otros”.
A continuación, reconocen que de esta experiencia aprendieron a: “Cuidar y cuidarnos, a planificar para la emergencia, a tener muy en cuenta el contexto; a educar y gerenciar a distancia, con pocos medios, con equipos virtuales de monitoreo; a acompañar a docentes y familias y hacer de los padres unos aliados en la educación de sus hijos; a combinar creatividad y compromiso para llegar a más del 80% de los alumnos y participantes, usando internet, redes sociales, whatsapp, teléfonos inteligentes, emisoras, SMS, carteleras, incluso visitas a los hogares, apoyo de las organizaciones comunitarias…con escasos recursos, carencia de equipos y malos servicios de conectividad”.
El documento termina subrayando que sin maestros no hay escuela y reconoce que todo este inmenso esfuerzo se puede perder si no se remunera dignamente a todo el personal a los que les resulta imposible vivir con el sueldo miserable. Por ello, finalizan con un llamado a que toda la ciudadanía y especialmente el Estado, se aboquen activamente a salvar la educación y confían en que los Ministerios de Educación adoptarán las medidas y soluciones necesarias “para que todos los docentes del país puedan dedicarse con todas sus energías a formar ciudadanos competentes, críticos y constructivos”.