Amalia Rondón, psicólogo y presidenta de la fundación Granitos de Arena, detalló la tarde de este viernes 15 de julio al programa Claro y Raspao, transmitido por Radio Fe y Alegría Noticias, el origen de esta organización en plena crisis alimentaria en el país.
Rondón recordó que en el año 2016 hubo niños, niñas y familias que comían basura de la calle y confesó que eso la “marcó muchísimo”. Por esa razón, desde el estado donde reside (La Guaira), decidió junto a un grupo de amigas hacer sopas para repartirlas en las calles. Las primeras fueron entre 50 y 60 envases entregados a las personas en las distintas calles.
“Empezamos en noviembre de 2016, de forma semanal”, agregó.
No obstante, indicó que no se conformaría con la sola entrega de sopas. Iría por más. De su grupo de amigas, cada quien aportaba lo que tenía en su casa. “A veces hacíamos gastos extras”, dijo.
Rondón contó que esta iniciativa les llenaba de paz. “Cuando hacíamos las comidas, se reunían unos 70-80 niños y al día siguiente quedábamos felices y esto fue agarrando forma”, apuntó.
¿Cómo surgió el nombre Granitos de Arena?
“Porque era dar granitos de donde no teníamos para cada niño. Esos granitos de arena no eran solamente comida. De repente, si teníamos ropita, libros, cuadernos; y así se empezaron a sumar otras personas. Ya no éramos nosotras las que donábamos, sino que nos reuníamos una vez al mes para organizar la jornada”, expresó.
Las donaciones disminuyeron
Rondón comentó que recibieron donaciones desde varias partes, inclusive desde Curazao, porque “todo el mundo se enteró de lo que pasaba en Venezuela”. Sin embargo, luego de cuatro años ininterrumpidos recibiendo recursos para los más necesitados, estos disminuyeron por el aparente “arreglo económico” en el país.
A su juicio, mucha gente vio una aparente prosperidad con el aparecimiento de los bodegones, por ejemplo, y desde entonces “ya no hay ayuda, ya no tenemos esas donaciones”, resaltó.
Sin embargo, pese a la reducción de las donaciones, llegó a hacer actividades en la iglesia junto a su hija y por allí también organizaba comidas para los más pequeños.
Hace un mes la contactó un joven graduando de la Universidad Central de Venezuela, quien le propuso hacer un evento desde la empresa donde labora a fin de colaborar con Granitos de Arena. “Hicimos algo maravilloso. Reunimos 70 niños en la plaza del Tanaguarena y la gente se entusiasmó de nuevo, eso fue el 1 de junio. Ojalá que este programa lo escuchen y nos donen”.
“En la medida que a mí me donen, yo puedo trabajar con mi gente. No tenemos los medios”, finalizó.