Hagamos las paces: ayudas para resucitar

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Foto: referencial

La Semana Santa no termina con la muerte de Jesús sino con su Resurrección, con la vida renovada. Los venezolanos tenemos muchas cruces y muere gente, violentamente y lentamente también. Sobre qué ayuda a resucitar escribo.

La Semana Santa no termina con la muerte de Jesús el Viernes Santo, sino el Domingo de Resurrección. El triunfo de la vida sobre esa muerte cruel en la cruz. ¿Qué signos de vida vemos hoy en Venezuela? ¿Qué ayuda a resucitar? 

En Venezuela hay demasiados viacrucis, en realidad la mayoría de los venezolanos cargamos con numerosas cruces debido a la emergencia humanitaria compleja qie ha ido quitando calidad de vida a casi todos.  Pero hablemos de os signos de vida que también los hay.

Sin dejar de ver y escuchar los lamentos de los que sufren, hay que ver con ambos ojos y escuchar con ambos oídos para ver los signos de vida.

Se resucita cuando se participa en cualquier grupo, así sea de oración, que permita escuchar y ser escuchados. El aislamiento no ayuda a resucitar, los venezolanos necesitamos apoyarnos unos a otros. Así que hay que conectarse con la familia, los vecinos, los compañeros de trabajo…

Una escuela resucita en el trabajo creativo y perseverante de su personal, que a pesar de las dificultades y de los bajísimos salarios de los centros públicos y privados, se mantienen por amor a sus alumnos. Yo pienso en casos que conozco y eso me anima, me resucita. Así como cuando se el esfuerzo que se está haciendo por formar la alianza por la educación, me animo a seguir esforzándome. O cuando gente como @conlaescuela informa de su monitoreo con la Red de Observadores Escolares con datos que son alertas para seguir trabajando.

Se resucita cuando se conoce de trabajo voluntario de médicos haciendo jornadas en pueblos abandonados, más de lo que se sabe. Y en salud también, todo el trabajo de @medicosunidos que están pendientes de la situación de los hospitales, de apoyar a ese personal heroico.

Se resucita cuando uno conoce el empeño de las ONGs ambientalistas, a veces “voces en el desierto” clamando por defender a la naturaleza, denunciando, investigando, proponiendo… Ahí están: Ecoprácticas, Clima 21, Geografía Viva.

Se resucita cuando surgen iniciativas que ayudan a mitigar el hambre de familias que no comen completo, que están pasando hambre, como lo hacen muchas parroquias católicas a través de acciones de Cáritas, la que a su vez se ayuda con la generosidad de feligreses que llevan alimentos cuando van a misa. También sabe uno de gente que hacer arepas y las entrega a personas que están en la calle, o a ancianos que están solos en sus casas, como lo hicieron vecinos de La Carucieña en el norte de Barquisimeto, organizados por la parroquia católica del sector. O todo lo que hace Alimenta la solidaridad o Convite… por mencionar algunos conocidos.

Se resucita cuando hay organizaciones juveniles, como Huellas o Impronta, que se ocupan de sembrar esperanza en esa población tan huérfana de atención, ahí, calladitos, tendiendo la mano, mostrando posibilidades para que se desarrollen.

Se resucita cuando hay comunicadores sociales empeñados en buscar “velitas en medio del apagón” y difundirlas para que se conozcan e iluminen tanta oscuridad. Noticias que de entrada no parecen noticias, pero ellos tienen sensibilidad y las buscan.

Se resucita cuando se sabe de ese trabajo de defensores de los derechos de los NNA, otros huérfanos de políticas integrales de protección: monitorear, denunciar, empoderar, formar, defender, como todas esas organizaciones agrupadas en la REDHNNA, pendientes, sin descanso.

Se resucita cuando existen mujeres como María, la madre de Jesús, María Magdalena, también María, madre de Santiago, que acompañaron a Jesús en su viacrucis, así también hay profesionales de la Psicología y de organizaciones que acompañan a mujeres víctimas de la violencia, así como organizaciones como Cecodap, que atienden consultas de niños, niñas y adolescentes con tristeza, angustia.

En general, se resucita cuando se hacen obras buenas por los demás, y de paso, eso ayuda a nuestra salud mental, nos genera endorfinas, y como lo recuerda D. Hamilton (Cf, Los 5 beneficios de ser amable), es contagioso, es saludable, ayuda al que recibe la buena acción, al que la hace y al que la observa. Hasta por egoísmo legítimo habría que ser bondadoso.

Así que, amigo lector, observe a su alrededor, escuche los amentos, vea las cruces de otros, haga algo por los demás, extienda su mano para sumar ayudas, resucite viendo signos de vida, y sea usted también ayuda para que otros puedan resucitar.

Luisa Pernalete es profesora e integrante del Centro de Formación e Investigación de Fe y Alegría y de la Red de Convivencia y Ciudadanía. @luisaconpaz

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