Indira y Betania sueñan con volver a Barquisimeto

55
indira-betania-guasdualito
Foto: Radio Fe y Alegría Noticias.

Les toco decidir entre irse a la Frontera o quedarse en Lara resistiendo el hambre.

Ese fue el dilema al que se enfrentaron dos jóvenes larenses que tomaron la decisión, junto a sus esposos, de irse al Alto Apure a vivir con sus hijos.

Indira y Betania ese es el nombre de ambas mujeres que pasan el día buscando comida y el aserrín para cocinar en unas cocinas ecológicas, que usaban en Barquisimeto y que continúan utilizando en la frontera debido a la escasez de gas.

“El saco de aserrín nos dura una semana. Para los granos utilizamos dos latas de aserrín y para la pasta y las arepas una sola lata”, explica Indira.

Los esposos de ambas trabajan como caleteros en el puente internacional José Antonio Páez, o en los pasos fluviales en canoas por el río Arauca. Ellas, mientras tanto, cuidan a los niños con termo de café en mano, con los que también buscan obtener ingresos para sobrevivir en este nuevo hogar.

“Nos vinimos porque allá la cosa está fuerte”, insiste Indira. “Todo es un problema: la comida, el efectivo, no hay trabajo”.

Sabían que la vida no sería fácil al alejarse de su ciudad natal, pero no les quedó otra opción. Esa lista de “no hay”, les llevó a animar a sus esposos y viajar hacia la frontera.

“Es muy fuerte pero lo hacemos por los hijos. Aquí es más estable porque estamos frontera con Colombia. Allá la comida está muy elevada, no se podía comer”, argumenta.

Las guaras pagan 10 mil pesos diarios de alquiler en la habitación donde viven con sus esposos e hijos, pues en esta región la moneda colombiana se mueve más que el Bolívar.

Además, deben buscar pesos para comida y otras necesidades básicas. De hecho, el trabajo en equipo de estas dos familias solo da para lo básico y para continuar resistiendo. Cada día viven con la zozobra de poder conseguir el dinero para pagar la habitación y no quedar en la calle; en ese plan, llevan dos meses.

“Nos tocó venirnos para sobrevivir, y a veces la cosa se pone fuerte aquí. Hay muchos canoeros, caleteros, a veces no se vende todo el café”.

El majestuoso río Arauca es el elemento principal del sustento de Indira y Betania. Allí se rebuscan ellas y sus esposos. Y mientras el tiempo trascurre, estas dos venezolanas desplazadas hacia la frontera solo tienen un sueño: que la situación cambie, que el salario alcance y que puedan volver a Barquisimeto.