Ante la falta de oportunidades y trabajo decente en el país, jóvenes venezolanos entrevistados por Radio Fe y Alegría Noticias manifestaron que ven la migración como proyecto futuro, ya que consideran que en el exterior podrán generar mejores ingresos y tener mayor calidad de vida.
Manuel Rojas, joven comentarista deportivo y locutor de la ciudad, expresó sentir que hay pocas oportunidades en esta área en la localidad y afirmó que los trabajos disponibles para generar ingresos no cuentan con las condiciones adecuadas para los aspirantes.
“Mi aspiración principal es llegar a ser el narrador deportivo más reconocido del país o uno de los más reconocidos. Es una meta. Los planes a futuro son trabajar fuera el país, es fundamental para mí, fuera del país hay muchas más oportunidades para el periodismo deportivo que dentro del país. Deseo hacer periodismo en el exterior, vivir en una situación económica estable, ayudar a mi familia y a las personas que amo”, manifestó Rojas.
Según la Organización Internacional del Trabajo, para 2022 Venezuela lideró el índice de desempleo juvenil en la región, esto ratifica el resultado de la Encuesta para la Juventud del año 2021, la cual confirmó que un 37% de los jóvenes venezolanos no se encuentra trabajando ni estudiando.
Jóvenes venezolanos requieren mayor campo laboral
Para Camila Montilla, quien se dedica a la venta de boletos aéreos y el manejo de redes sociales, enfatizó en que si bien hay oportunidades para estudiar en el país, cuando los jóvenes egresan hay muy poco campo laboral para quienes van ingresando al mercado laboral.
“Mi proyecto es emigrar con mi pareja. Deseamos estar allá unos dos años y luego volver para comprar una casita y un carrito. Venezuela, en este momento, puede que le ofrezca a ciertos jóvenes la oportunidad de estudiar. Con todo y eso, muchos de estos estudiantes están estudiando con las uñas y sin recursos. En universidades donde no hay pupitres ni profesores. La formación académica pública tampoco está tan buena. Las oportunidades en el campo laboral son limitadas, es difícil encontrar un trabajo de la profesión que estudiaste. La gente termina haciendo otra cosa: trabajando en un supermercado, atendiendo en una tienda…”, alegó Montilla, quien cuenta con varios trabajos, dada la precarización salarial del país.
Según el Observatorio de Empleabilidad y Procesos Formativos de la Universidad Católica Andrés Bello, la mayoría de los jóvenes venezolanos quieren estudiar tras culminar el bachillerato; sin embargo, hoy apuntan a la búsqueda de carreras cortas y formaciones que no impliquen un proyecto a largo plazo como lo sería una carrera universitaria, dada la necesidad de generar recursos.
“Cada día es más difícil para los jóvenes apostar y creer que, por hacer una carrera tradicional de cuatro o cinco años de duración, realmente van a poder insertarse en el mundo laboral o van a poder comprarse una casa, o hacer aquellas cosas que eran como el arquetipo de lo que muchos aspiraban. Eso no quiere decir que no quieran estudiar, lo que sí es que van encontrando aquí en Venezuela que la oferta no es suficiente para lo que ellos aspiran hacer”, manifestó Gabriel Wald, director de esta unidad investigativa durante la Semana Empresarial UCAB 2024.
Explotación juvenil sigue siendo un problema regional
Según el trabajo Explotación juvenil: condición de una generación sin acceso a trabajo decente, que indaga en las formas de trabajo a la que son sometidos los jóvenes venezolanos radicados en la región Guayana, la mayoría labora de manera informal. No cuentan con contratos, beneficios laborales ni ningún tipo de seguridad social; además, debido al estancamiento del salario mínimo nacional, tampoco pueden exigir mejoras en el salario.
Actualmente, el salario mínimo nacional se mantiene en menos de 4 dólares. Por su parte, el ingreso mínimo está fijado en 130 dólares mensuales, incluyendo 90 dólares del bono de guerra económica, el cual no es obligación de pago para el sector privado.
En este sentido, los jóvenes venezolanos laboran sin ningún tipo de protección legal en zapaterías, tiendas de ropa y restaurantes ganando entre 70 a 150 dólares mensuales, lo que supera ampliamente el monto estipulado por ley, pero no les permite costear ni el 50% de la canasta básica alimentaria.
“Hay zapaterías y lugares de comida rápida que siempre están solicitando jóvenes, pero estos lugares son esclavizadores. Trabajas de lunes a lunes de 8:00 de la mañana a 8:00 de la noche sin transporte, con un salario paupérrimo. Hay oportunidades de trabajo, pero son muy mal pagadas”, expuso Rojas, quien se desempeña como voice over de marcas comerciales y locutor mientras culmina sus estudios universitarios.
La investigación antes mencionada encontró que los comercios formales no ofrecen ningún tipo de contratación, recibos de pago ni similares en sus relaciones laborales. Lo que impide que los jóvenes que laboran en el sector privado puedan hacer valer sus derechos, además, la mayoría desconoce lo establecido en la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras.
“En ocasiones sí se consiguen oportunidades laborales, pero no son remuneradas de la mejor forma. Uno no cuenta con un salario que le permita independizarse, aportar a tu casa… Los salarios son muy bajos y eso desmotiva a los jóvenes. Muchos empleadores no valoran lo que cuesta hacer un trabajo”, expuso Mariett Hamilton, recién egresada de la universidad, quien además expresó que actualmente vive de sostener un emprendimiento familiar de venta de yogures.
¿Qué es el trabajo decente?
Para encontrar un estándar de medición imparcial, este medio investigó el dictamen de la Organización Internacional del Trabajo para calificar un trabajo como decente.
En este sentido, las características del trabajo decente refieren que se debe hacer un trabajo seguro, que proteja la integridad física del empleado; además, se deben respetar los derechos laborales como un horario no mayor de 8 horas y una contratación formal; debe ofrecer ingresos adecuados para que el trabajador pueda alimentarse y vivir; obligatoriamente debe brindar seguridad social, y, por último, permitir la negociación.
Ninguno de los entrevistados cuenta con estas condiciones en sus puestos de trabajo actual.
Empleadores afirman que jóvenes no tienen interés por especializarse
Para el abogado y propietario de un bufete legal en la ciudad, Ramón Sosa, otro factor importante es que los jóvenes no muestran interés en adquirir nuevas capacidades como el uso de inteligencia artificial, manejar varios idiomas o aprender a trabajar con diferentes programas para el procesamiento de datos.
Sosa, quien además es profesor universitario, comentó que ha venido impulsando la contratación de jóvenes en su empresa; sin embargo, afirmó que el joven promedio no muestra interés en ir más allá y no está capacitado para asumir puestos de responsabilidad al culminar sus estudios.
“El joven, en este caso, los jóvenes venezolanos buscan cosas más fáciles. Tik Tok me hace ganar más; si trabajo en una empresa gringa, me gano tanto por hora… En la localidad esos espacios que están quedando de gente que se va del país no tenemos con quién reemplazarlo. La gente joven no está suficientemente preparada. En mi oficina tenemos una escuela. A cada abogado le asigno un caso y, prácticamente, lo tengo que hacer yo. Les falta mucho y no es porque no lo vieron en la universidad. Les falta más práctica, tienen que especializarse más en áreas determinadas para que uno pueda decir: yo le voy a pagar tanto a este joven”, puntualizó Sosa.
En contraste, la mayoría de especializaciones y cursos disponibles en el mercado tienen costos que los jóvenes no pueden costear ante la falta de ingresos. Asimismo, la mayoría afirmó que las empresas piden muchos requisitos como la experiencia y años de labor a personas que acaban de terminar sus carreras.
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