Conectar con las personas que apreciamos mediante abrazos nos ayuda a mantenernos estables y felices.
La persona que más conoce la oxitocina es el neurocientífico Paúl Zak. Él dice que hay que abrazar 8 veces al día para estar saludables.
Nuestro organismo, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro corazón, necesitan esos abrazos.
Cada vez que recibimos los abrazos se libera esa oxitocina y nos generan bienestar, paz interior, serenidad, felicidad, equilibrio. Nos saca de los momentos malos.
Hay que volver a la revolución del abrazo, volvernos a abrazar, volvernos a mirar a los ojos y volvernos a mirar las sonrisas.
Cínicamente también se concibe que los abrazos ayudan a aliviar molestias como el dolor de cabeza, así como también la ansiedad, el estrés y la depresión.
Adicionalmente, promueven emociones positivas y pensamientos de aceptación, pertenencia y vínculo que contribuyen con el bienestar significativamente. Por todo ello, es común que se den abrazos para aliviar una preocupación, para acompañar en el dolor y la pérdida, para combatir la soledad y, en cierta forma, inspirar a seguir adelante y vencer los miedos.
En consecuencia, tenemos que el poder de los abrazos va más allá de lo que se percibe con el sentido del taco. Estimulan los sentidos, brindan cariño, acompañan, protegen, alivian, inspiran y, en suma, impulsan.
El contacto físico no es solo algo agradable, sino también necesario para nuestro bienestar sicológico, emocional y corporal, y acrecienta la alegría y la salud del individuo y de la sociedad. El abrazo es una forma muy especial de tocar, que hace que uno se acepte mejor a sí mismo y se sienta mejor aceptado por los demás”.
Con referencias de MejorconSalud
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