Las claves y avances del acuerdo de paz en Colombia

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Firma del acuerdo de paz en Colombia. Foto: AP

Este miercoles 24 de noviembre se cumplen 5 años de la firma del acuerdo definitivo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC.

El tratado de paz supuso la dejación de armas de la guerrilla más grande y antigua del mundo y el fin del conflicto armado con ese grupo que se extendió por más de medio siglo.

Una de las características del conflicto armado en Colombia ha sido la pluralidad de actores que lo han alimentado.

En el caso de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), este grupo manifestaba querer acabar con las desigualdades sociales y económicas, y además alcanzar participación olítica del país.

Pero su estrategia se basó en una lucha armada que, desde 1964 hasta 2016, provocó la muerte de miles de personas.

Claves del acuerdo

Tras décadas de violencia y varios intentos fallidos de diálogos entre el Gobierno y las FARC, en 2011 se retomaron las discusiones bajo la administración de Juan Manuel Santos.

Después de cuatro años de discusiones, de un plebiscito en el que los colombianos no apoyaron la iniciativa, finalmente se firmó un acuerdo el 24 de noviembre de 2016 que puso fin a media década de conflicto.

Este tratado significó el fin de 52 años de conflicto con el cese bilateral de las hostilidades en ambos bandos, las FARC dejaron las armas, se les dio la oportunidad de reiniciar su vida en la sociedad civil y también de tener una participación política en el Congreso.

También se propuso una reforma rural integral para apoyar y transformar el campo colombiano.

Sin embargo, muchos de estos puntos siguen sin cumplirse y tanto excombatientes como víctimas del conflicto reclaman aún su reparación. 

Estas son algunas claves que la agencia efe ha podido reseñar en el marco del quinto aniversario de la firma:

1. Las negociaciones

Antes de este acuerdo casi todos los presidentes colombianos habían tratado sin éxito de negociar con la guerrilla, sobre todo por la falta de voluntad política real de las partes.

El 4 de septiembre de 2012 el entonces presidente Juan Manuel Santos anunció las primeras «conversaciones exploratorias», que comenzarían en octubre en Oslo para continuar, si hubiera voluntad, en La Habana con una guerrilla que llegaba a la mesa de diálogo muy debilitada por las ofensivas militares realizadas en los años anteriores.

El 20 de julio de 2015 las FARC anunciaron el enésimo alto al fuego, primero temporal y luego indefinido, tras los anteriores fallidos, a lo que el Gobierno respondió el 26 de julio con la suspensión de bombardeos.

2. La firma y el polémico referéndum

El 23 de septiembre de 2015, Santos viajó a La Habana para anunciar que se había alcanzado un acuerdo para «lograr el máximo de justicia posible para las víctimas», y protagonizó un histórico apretón de manos con el entonces jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias «Timochenko».

Santos y «Timochenko» anunciaron fecha para la paz: «a más tardar» el 23 de marzo de 2016. Pero no pudo ser por «diferencias importantes con las FARC sobre temas de fondo», como admitió el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle.

Finalmente, el Gobierno y las FARC firmaron el 26 de septiembre de 2016 en Cartagena, ante la comunidad internacional, un acuerdo de seis puntos «para sentar las bases de una paz estable y duradera», que debía ser sometido a referendo para su firma definitiva.

Tras una campaña de desinformación y una polarización exorbitante, en la que el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) se presentó como el más firme opositor del acuerdo, el plebiscito se hizo una semana después, el 2 de octubre, y fue rechazado con el 50,21 % de los votos.

Sin embargo, el Gobierno consiguió sacarlo adelante, tras una renegociación, y Santos y Londoño firmaron el 24 de noviembre, en el Teatro Colón de Bogotá, el acuerdo definitivo de paz.

3. El acuerdo

El acuerdo contenía seis puntos, centrados en la reforma rural integral para un mejor reparto de la tierra, uno de los causantes del alzamiento en armas de la guerrilla comunista; la participación política, que daba a los exguerrilleros diez escaños en el Congreso por dos legislaturas, y el fin del conflicto, que hablaba sobre cómo iba a ir la desmovilización.

Otro punto fue el del «problema de las drogas», en el que las FARC tenían que explicar su relación con el narcotráfico y se pactaban soluciones a los problemas de sustitución de cultivos; el punto central de las víctimas, para su reparación e indemnización, y por último uno sobre implementación, verificación y refrendación.

El 15 de agosto de 2017 concluyó el desarme de las FARC y quince días después la antigua guerrilla se formalizó como partido, con las mismas siglas, pero distinto nombre: Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, que este año cambió por «Comunes».

4. Falta de compromiso

El acuerdo echó a andar pero en 2018 Iván Duque, del partido Centro Democrático, principal opositor del acuerdo, ganó las elecciones presidenciales.

Su Gobierno impulsó un programa de «Paz con legalidad» que ha intentado adaptar el acuerdo. Ha habido avances en sustitución de cultivos, que cada vez más se desmoronan y solo se han comenzado los planes alternativos en ocho de los 52 municipios.

La desmovilización de guerrilleros ha sido la más satisfactoria del mundo, pero Comunes denuncia que la vida de los reincorporados está en peligro y que 293 han sido asesinados desde la firma.

El reparto de la tierra, asumido por el Fondo de Tierras, también va muy lento, con el reparto de solo el 7,8 % de los 1,3 millones de hectáreas de tierras entregadas, que ya de por sí era menos de la mitad de las previstas en el acuerdo para su redistribución.

Además, desde la firma de paz ha habido un resurgimiento de la violencia contra líderes sociales y defensores de derechos humanos, fruto, en gran medida, de la reconfiguración de grupos armados y el surgimiento de disidencias de las antiguas FARC.

Fuente: AFP, EFE