El gobierno de Nicolás Maduro y representantes opositores de la Plataforma Unitaria firmaron en Barbados este martes 17 de octubre dos acuerdos parciales, uno enfocado en las garantías electorales y otro, con un lenguaje muy críptico, que aborda las sanciones y la soberanía nacional, esto último está sobre el tapete dada la explotación petrolera de Guyana en áreas en reclamación por Venezuela.

Más allá de lo que está escrito y es público, es importante revisar lo que no se dijo, lo que queda en los márgenes o sencillamente oculto ante la opinión pública, nacional e internacional. La primera es que en Barbados no ocurrió una reunión de negociación. A este país caribeño acudieron las delegaciones a firmar lo que ya la Casa Blanca y el Palacio de Miraflores habían discutido y acordado de manera directa, durante varias semanas en reuniones secretas, esto según informó la prensa estadounidense. La Plataforma Unitaria no tiene en su poder nada que obligue al chavismo a sentarse a negociar, Estados Unidos sí.

Estos acuerdos parciales, que sin duda marcan una hoja de ruta, dejan muchas interrogantes sobre su implementación efectiva y específicamente queda obviado el rol de verificación. Quién o quiénes van a corroborar que este dechado de buenas intenciones se lleve a cabo. Se intuye que será la Casa Blanca y si el chavismo cumple o no lo señalado habrá más flexibilización con las sanciones o por el contrario se van a endurecer. Pero todo esto es la lectura que pueda hacerse desde afuera, no está establecido.

El chavismo, como cualquier grupo autocrático en el poder, no va a la mesa de negociación para soltar al poder, sino a ver cómo se amarra más a éste. Contar con recursos financieros, actualmente retenidos por las sanciones, es el gran objetivo del gobierno de Maduro de cara a las elecciones de 2024, que se realizarían hacia el último trimestre. Se trata de ir a una campaña electoral en la que se pueda repartir bonos, electrodomésticos, promesas.

Si es pública la concesión del chavismo y esta consiste, grosso modo, en fijar las elecciones, aceptar veeduría internacional y respetar a medios de comunicación y líderes políticos de todas las tendencias; la gran ausencia es qué recibió o qué va a recibir a cambio. ¿Qué dio EEUU? O bien ¿qué dará en los próximos meses? De forma genérica se habla de las sanciones, pero en concreto volverán las empresas trasnacionales de petróleo sin temor a ser sancionadas por Washington, las propias firmas estadounidenses, y falta saber qué pasará con el Banco Central. A cada una de estas frases se le debe agregar un signo de interrogación que estos acuerdos no responden.

Tampoco hay mención explícita a la liberación de presos políticos. Si bien sería ilógico que un régimen que tortura y castiga por razones políticos reconozca eso en un documento que suscriben altos funcionarios, ciertamente se pudo haber colocado una frase elíptica que diera a entender que hay un compromiso en esa dirección. No quedó asentado en los dos acuerdos.

Sobre el tema de las inhabilitaciones, por otro lado, no se iba a abrir el gobierno y entregar esta carta de negociación a las primeras de cambio. No está en el acuerdo y aunque para los opositores en el seno de la Plataforma Unitaria es un asunto de primer orden, no parece ser tan prioritario para Estados Unidos. Para la Casa Blanca hablar genéricamente de condiciones electorales para unos comicios libres y democráticos parece ser suficiente, por ahora.

Dado que los acuerdos tampoco explicitan sí habrá o no otras reuniones o encuentros, debe inferirse que el tema de inhabilitaciones podría estar congelado en espera también del resultado de las primarias y del rol que pase a tener María Corina Machado si se confirman lo que vienen señalando las encuestas, que va a triunfar de forma amplia en esta consulta opositora, este 22 de octubre. Todo este marco tripartito: gobierno de Maduro, gobierno de Joe Biden y grupos opositores de la plataforma, donde no está Vente, obligarán también a MCM a entrar en el terreno de las negociaciones.

Como lo señalamos hace un par de meses en un texto publicado por El Estímulo, el chavismo no tiene talante para el suicidio político, todo lo contrario su proyecto es permanecer en el poder de manera indefinida. Permitir que MCM sea candidata presidencial sería el harakiri, esa ceremonia de los samuráis japoneses que ponen fin a su vida por cuestiones de honor o tras una derrota. Y el chavismo, es necesario repetirlo, no va a la negociación para dejar el poder, sino para todo lo contrario.

Andrés Cañizález es periodista y director de Medianálisis. @infocracia

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