Los mangos se han convertido en la ayuda humanitaria para la gente de la frontera

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Jesús Trejo ha vivido toda su vida en Guasdualito, frontera del Alto Apure con Colombia. Él recuerda cómo en años anteriores, los mangos se perdían en el piso de las plazas y en los patios de las casas de familia, pero hoy en día les llaman “la ayuda humanitaria”, que amortigua el hambre de propios y visitantes.

Esta es la razón por la cual los mangos no logran caer naturalmente al suelo. Ahora la gente los tumba, inclusive verdes, para paliar el hambre por un rato.

Según Jesús, “en años anteriores los mangos se perdían, ahora la gente los tumba. Los mangos son la ayuda humanitaria que Dios envía”.

Los ciudadanos de frontera dan gracias a Dios por los mangos ya que los productos de la canasta alimentaria están por las nubes. Trejo dijo que “cada vez que viene la temporada, los comercios disparan los precios. El kilo de queso ya está en 9 mil 500 pesos o 13 mil 500 bolívares, es un abuso. No se cuál será el techo de todo esto ya que un salario de 18 mil bolívares no alcanza, pero le damos gracias a Dios por los mangos”.

Para los ciudadanos de frontera y quienes se desplazan de diferentes partes del país hasta Guasdualito, los mangos son un regalo en medio de la crisis y la inflación, convirtiéndose en una alternativa para la gente que lucha por encontrar algo que comer.