Mi tía Gilma muestra la realidad de la violencia contra las mujeres en Venezuela. El largometraje evidencia las múltiples formas de violencia que vulneran los derechos humanos.
Alexandra Henao, directora de cine venezolana, es la directora de fotografía de los largometrajes “Azul y no tan Rosa”, ganadora de un premio Goya en 2014, también participó en “El Inca”, “Dirección Opuesta” y otras. En este 2024 ganó el premio a la mejor Opera Prima con el largometraje “Mi tía Gilma” en el Festival del Cine Venezolano.
La cineasta relató en el programa Háblame Bajito, que transmite Radio Fe y Alegría Noticias, que la película “trata sobre los Derechos Humanos” en Venezuela. En la historia, se trata el tema de la violencia hacia las mujeres y se muestran las condiciones del sistema de salud venezolano.
El elefante dentro del cuarto
Alexandra compara la violencia de género con la frase ‘el elefante dentro del cuarto ‘ que todos los ven, pero deciden ignorar.
Este tipo de violencia es la catástrofe que sufren las mujeres puertas adentro. Mueren más mujeres por violencia de género que por asesinatos en una guerra.
La cineasta también reflexiona sobre la violencia de Estado, una de las formas en que se expresa esta situación hacia las mujeres en el país.
En la película, se muestra la realidad de los adolescentes en el país, que tienen que madurar antes de tiempo para hacerse cargo de sus seres queridos.
Una película con estética documental
Para la composición final, los creadores intentaron que la película tuviera rasgos de documental porque querían retratar la cotidianidad de la mayoría de los venezolanos.
Para algunas escenas utilizaron material de archivo, es decir, imágenes de la vida real.
Parte del propósito de Mi tía Gilda buscó ayudar a la diáspora a explicar mejor la situación de Venezuela en una realidad que cuesta creer a ojos de extranjeros.
Mi tía Gilma e Isabel
Estos dos personajes muestran el cómo es la vida de las niñas y las abuelas dejadas atrás producto de la migración forzada.
Esta realidad evidencia la cotidianidad de millones de jóvenes que intentan mantener la normalidad en una casa en la que ya no están los padres y la relación se cultiva a través de las pantallas.
Isabel, como muchas niñas venezolanas, se enfrenta al reto de convertirse en cuidadora a temprana edad y afrontar las adversidades del contexto sin ayuda ni experiencia.
Una película de bajo costo, pero alto valor
Alexandra Henao explicó que el rodaje duró cuatro semanas y tres días, en los que experimentaron múltiples dificultades.
Sus ahorros y los del productor representaron parte el presupuesto de la cinta, aunque hubo personas vinculadas al cine que aportaron su trabajo, al igual que otras compañías aportaron recursos para el rodaje.
Durante la grabación, se enfrentaron a los apagones, en especial al mega apagón de 2019, que se tuvo que incluirse en la película para poder lograr los tiempos y justificar algunos momentos de la historia.
“El cine Venezolano se hace por resistencia y por el amor que le tenemos los cineastas venezolanos. Hay una fuerza que nos lleva a tener que contar nuestras historias”, reflexionó Alexandra.
Sin la voluntad de los equipos de trabajo, no se hubiese logrado el trabajo.
Escucha la entrevista que ofreció la Alexandra Henao a la periodista Carlota Rojas:
El otro valor de la película es que logra cuestionar a los extranjeros y su percepción hacia la crisis venezolana.
En algunos países se logra comprender que la situación no es ideológica sino que es la evidencia del sufrimiento de la ciudadanía a la que se le violan los derechos fundamentales de forma sistemática, como reconoció Naciones Unidas en varios informes.
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