La frontera, un espacio geográfico cruzado por miles de personas.
En los últimos años, la frontera de la Guajira zuliana ha sido escenario de nostalgia para los venezolanos que cruzaron para irse del país y vuelven en medio de una pandemia que dificulta su regreso.
Una frontera que muestra múltiples matices de escenarios donde algunos dejaron sus esperanzas, sueños y proyectos de vida.
En la actualidad, los estados fronterizos viven unos de los mayores desplazamientos de la historia del país. Una realidad que no se pudo atender en su momento y hoy en día están retornando. Enfrentaron situaciones amargas andando por muchos kilómetros, conocieron encuentros y desencuentros.
La población venezolana, y sobre todo la población Wayuu, sigue migrando para conseguir ayuda humanitaria en medio de una pandemia que los obliga a pedir por hambre y por las condiciones inhumanas en las que les toca vivir.
En la frontera de la Guajira existen familias venezolanas que regresaron y se encuentran aisladas en los espacios habilitados por el gobierno nacional para cumplir la cuarentena.
“Estamos preocupados por la situación de los venezolanos que se encuentran en estos espacio habilitados por el gobierno nacional. No hay presencia del Estado venezolano para garantizar sus derechos, ellos están viviendo una situación muy grave. Sus condiciones son inhumanas», explicó José David González, coordinador general del Comité de Derechos Humanos de la guajira.
González agregó que este comité «seguimos monitoreando la situación de los retornados y nos hemos encontrado con esta situación; los espacios no son adecuados para tener a tanta gente en un mismo lugar”.
El comité hizo un llamado a las organizaciones internacionales para hacer presencia en la frontera, para velar y garantizar los derechos humanos de los venezolanos migrantes que retornan al país.
Historia que marcan la vida
Días triste para quienes ven lejos su retorno a sus casa, ven lejos esa ventana con el rayo del sol, regresar con historias amargas de ser discriminados en otro país, que fueron golpeados por quienes los vieron como algo contagioso.
Pero más duro es volver y seguir enfrentando discriminación en su propio país.
Maribel es una venezolana que duró 4 días durmiendo debajo de una carpa en el pueblo de Paraguaipoa, municipio Guajira del Zulia, y cuenta que su regreso fue tan difícil como su salida del país cuando lo hizo hace 2 años.
Ella caminó por más de 12 días, llegó a La Raya- Paraguachón y se emocionó, ya que pensó que abrazaría a la familia, pero la realidad fue otra. Le tocó pasar la trocha ya qu no se había habilitado el paso humanitario. Volvió a caminar hasta llegar a la iglesia de Paraguaipoa donde había una carpa.
Relató que la robaron en la trocha; entre lágrimas denunció su pesadilla. Luego de 4 días se pudo montar en un bus rojo, aparentemente cómodo, y fue trasladada a un espacio habilitado por el gobierno del municipio Guajira.
Perdimos su recorrido cuando entró en aquel bus rojo sin saber a qué lugar iba a cumplir la cuarentena, pero esperemos que haya superado ese metro de distancia con su familia, hoy 20 de junio, Día Mundial del Refugiado y del Desplazado.