En pocos días se supone que debe comenzar el año escolar, y la educación sigue en emergencia. Los problemas que afectaron a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, siguen presentes, y algunos agravados. Recordemos.
Según Encovi, cerca de un millón y medio de niños, niñas, adolescentes y jóvenes están fuera de las aulas. No hemos escuchado de ninguna campaña para recuperarlos. Más de la mitad de la infraestructura escolar no está en condiciones para recibir a los alumnos, según la FVM. Los servicios, cada vez peor. No hay datos oficiales de cuántos han sido habilitados. Según la Red de Observadores escolares de la organización Con la escuela, el 20% de las suspensiones de clases se debe a la falta agua en los planteles.
Los salarios de los docentes son los más bajos de América Latina –incluso más bajos que los de Cuba y Haití–. Por eso tantos maestros dejan las aulas, y han estado protestando todo el año, pidiendo que se actualice el Contrato Colectivo. Sepamos también que no hay generación de relevo: hay Escuelas de Educación, como las de la UCAB Caracas y la de UCAB Guayana, que han tenido que cerrar por falta de alumnos; ni siquiera porque han ofrecido becas para los que quieran ingresar. La UPEL ha bajado considerablemente su número de estudiantes. Uno se pregunta: ¿quiénes están sustituyendo a los que abandonan? También se han cerrado secciones y escuelas por falta de docentes.
Y, para no cansarles, el año escolar pasado se “estrenó” un horario mosaico que significó menos tiempo de atención para los alumnos, y además, los estudiantes de escuelas públicas –el 86% de los escolares del país– sólo tuvieron clases 2 días a la semana. Si con 5 días estaban aprendiendo poco, ¿qué tal con solo dos? No hablemos de la calidad: hace más de 10 años que no se hace ninguna medición del impacto de la educación en los alumnos.
Hay más problemas, pero los que hemos mencionado, que los arrastramos del año pasado, son suficientes para saber que, solos no podemos salvar la educación.
La primera alianza es la que hay que establecer entre los propios docentes: trabajar en equipo. Luego docentes y alumnos, saberse escuchar, reconocerse, acercarse. Luego la súper necesaria alianza con las familias: padres, madres y todo el personal de la escuela, tienen que saber que están del mismo lado de la cancha. Deben ser coherentes los discursos y deben llegar a acuerdos de cómo apoyarse.
Luego hay que establecer alianzas con organizaciones del entorno, con organizaciones civiles de la ciudad, con las iglesias, con las academias: ver cómo ayudan a actualizar y sentarse con directores de escuelas técnicas a ver qué necesitan.
Cuando hablamos de la necesidad de alianzas para salvar la educación, no hablamos sólo de la Educación básica. También la Educación Superior, las universidades necesitan aliados. Hace unos días, en Barquisimeto, el rector de la UCAB, el P. Arturo Peraza sj., en actividad convocada por el Consejo Consultivo de la Ciudad, se refería a la necesidad de pensar en colectivo las universidades, las públicas y las privadas, así como la urgencia en cooperar con los docentes en ejercicio y la urgencia en incentivar a jóvenes a estudiar educación.
Por supuesto, las autoridades del Ministerio tampoco pueden ser enemigos de la escuela: su rol no debe ser el de estar pidiendo recaudos y papales, sino el de orientar, ayudar a resolver problemas. Y por supuesto, las máximas autoridades, ver de dónde sacan recursos para elevar el salario de los educadores. Recordar el artículo 91 de la CRBV.
Para salvar la educación no sólo se requieren alianzas. Los problemas venezolanos son muchos y complejos. Nos necesitamos unos a otros: el bien común es su bien y el mío. El país necesita crecer en ciudadanía –deberes que cumplir, derechos que defender–. El modo de “sálvese quien pueda” nos aísla y no resuelve. Hay mucha gente haciendo cosas buenas por ellos y por otros, hay que difundir esas buenas experiencias y hay que crecer en resiliencia; o sea, aprender de las dificultades. Necesitamos herramientas para aprender a dialogar y ponernos de acuerdo para organizarnos y actuar.
Y volviendo al tema educativo, terminemos con unas estrofas para reforzar las ideas iniciales:
Necesitamos la gran alianza/para educar y dar esperanza// Los niños tienen derecho/ a tener educación/ hay que enlazar muchas manos/ y que tengan esa bendición// Sin maestros no hay escuela/ ni ninguna educación/ deben ganar suficiente/ esa es una condición // Que vengan los empresarios/ también universidades/ líderes y periodistas/ y también autoridades// La educación es un Derecho/ dice la Constitución / hay que recordarle al gobierno/ que cumpla su obligación// Y agrego, que por el bien de los NNA, por el bien del país, tenemos que aliarnos para la educación y para enfrentar los grandes problemas.
Luisa Pernalete pertenece al Movimiento de Educación Popular y Promoción Social Fe y Alegría/@luisaconpaz
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