«No tienen zapatos ni ropa, el sueldo no les alcanza ni para el pasaje»

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Foto: Yolmer Meza | Maestros de Oriente en protesta

El inicio de clases en las escuelas del oriente venezolano es una calamidad, más allá de las cifras frías, la crisis golpea con toda su fuerza a los alumnos, las maestras y sus familias. Los directivos de Fe y Alegría en la región redoblan esfuerzos para evitar la deserción, pero el látigo de la realidad es más rápido. No da respiro.

“Nosotros estamos trabajando prácticamente de gratis”, dice el profesor Yolmer Meza, que desde hace poco más de un año y siete meses es el director de una región que tiene 1286 trabajadores. En las tres primeras semanas de clases el 43% de los empleados no se han presentado a sus puestos. Las razones del ausentismo son múltiples, pero casi todas están asociadas a los salarios insignificantes que reciben. “Había docentes que me decían que yo cobraba 52, 53 mil bolívares y gasto 43 mil en pasajes, solo están quedando 13 mil para subsistir y todos sabemos que en este país con 13 mil bolívares no compramos ni siquiera un paquete de harina PAN”.

Docentes de Fe y Alegría exigen condiciones dignas para trabajar.

Los que volvieron a las escuelas después del parón escolar están en la cuerda floja, son maestros y maestras que tienen toda una vida dando clases y ahora, con el esfuerzo de su trabajo no pueden comprar lo básico para alimentar a sus familias. Desde la dirección regional se están haciendo campañas para recolectar alimentos, medicinas y útiles escolares. “Un plato para aprender”, es la iniciativa que emprendieron para mitigar el hambre de los alumnos y los docentes. También se están recolectando medicamentos para aliviar la salud de la familia. “Hace poco estaba en una escuela en Cumaná y a una de las profesoras que ayudábamos para hacer unos exámenes, ya ahorita me han contado que tiene cáncer y está en proceso de quimioterapia y por supuesto no tiene dinero para poder tener todas las quimioterapias”.

Educación al desnudo

“No tienen zapatos ni ropa para asistir a las escuelas”. Narra el profesor Yolmer, desnudando así la realidad, tanto de los docentes como de los estudiantes. El salario no alcanza para comer, imagínense con qué pueden comprar uniformes y calzados apropiados para las actividades escolares.

Otra consecuencia de la desnudez de este sistema educativo son las salidas forzadas, las renuncias obligadas, el abandono de la profesión y la necesidad de reprimir la vocación por las condiciones adversas e indignas. “En las últimas semanas hemos tenido 33 renuncias, lamentable”, de esas, 14 son docentes que se fueron del país. Los otros se van de la escuela para emprender en otras actividades que les generen mejores ingresos. Cuenta el director regional de Fe y Alegría en Oriente durante una entrevista en la radio. Su voz denota cansancio, quizás desesperación.

Maestras que protestan, pero sonríen a pesar de las adversidades.

“Es lamentable escuchar a una profesional que ha estudiado cinco años, que ha estado 15, 13, 12 años con nosotros formándose desde Fe y Alegría para que se capacite, pues, es triste escuchar que un docente te diga prefiero quedarme en casa que gasto menos.”

El reto de lo imposible

La ilusión es no cerrar, el propósito es mantener las escuelas abiertas y que se conviertan en centros de ayuda integral. Clausurar las escuelas no está en la mente de los directivos, aunque la realidad se imponga, la prioridad es seguir ofreciendo educación de calidad.

En las escuelas de Oriente siguen recibiendo cuadernos y útiles escolares para que cada niño tenga -al menos- una hoja para escribir. El reto es utilizar la menor cantidad de artículos, que la educación se convierta en un verdadero acto de aprendizaje genuino, contextualizado y desde las necesidades de quienes hoy no tienen más que la voluntad.

La historia que narra Yolmer es un acto de rebeldía, una actitud de porfiados y porfiadas que no se duermen ante la calamidad y sacan las garras para no dejarse arrebatar la posibilidad de seguir construyendo un país distinto. Desde la diversidad y la aspiración de un futuro con más sonrisas que lamentos.