Pékerman y el fin de las excusas

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Foto: AFP.

«El éxito no es un accidente. Es trabajo duro, perseverancia, aprendizaje, sacrificio y, sobre todo, amor por lo que estás haciendo o aprendiendo a hacer»: Edson Arantes do Nascimento, alias «Pelé».

Fascinante. Impensable. Esperanzadora.

Esta tarde-noche puede ser descrita de muchas maneras. Es el 28 de enero del 2022 y hasta ahora ha sido una eliminatoria difícil con una decepción tras otra. Venezuela viene de caer en tres partidos consecutivos, suma un total de 11 derrotas, apenas dos victorias y un empate. Son 25 goles en contra y solo 10 a favor. Pero esta noche es diferente. Algo ha cambiado. No solo es el resultado; también son las formas. La Vinotinto está jugando el mejor partido de los últimos 10 años sin ningún tipo de discusión. Gana, gusta y sufre poco.

En todo el proceso eliminatorio les había costado crear identidad, defenderse ordenadamente y tener una idea clara de juego. Incluso algo aparentemente simple como pasar la mitad de la cancha con la pelota controlada había sido complicado para el combinado nacional, que hasta este momento tuvo dos técnicos: José Peseiro y el interino Leonardo González.

El nivel que exhiben mientras cae la noche es tan impresionante que hasta dos jugadores se dan el lujo de intentar marcar dos goles de chilena; el equipo también ha logrado controlar la presión de un gol en contra, después de empezar ganando 2 a 0. En este partido, hasta la escuadra contraria comete una “venezolanada”: ese concepto que se define básicamente como jugadores venezolanos arruinando un juego sin ningún tipo de explicación, es ejecutado en esta oportunidad por el equipo boliviano, cuando su portero y un defensor central no se entienden mientras se pasan la pelota y Darwin Machís lo aprovecha para marcar el 3 a 1.

Incluso estamos gozando de un poco de eso que llaman suerte de campeón: un boliviano va con los tacos por delante y es expulsado luego de que el VAR revisara la jugada. Después viene el cuarto gol y el partido termina. Sí, es un 4 a 1.

El siempre señalado José Salomón Rondón ha marcado un hat-trick legendario. La defensa y el mediocampo estuvieron sólidos. Ahora todos los memes que habían corrido como pólvora en redes sociales antes del partido, sobre la posibilidad de que la Vinotinto diera un exagerado salto de calidad con la llegada de José Néstor Pékerman, parecen hacerse realidad.

Yo, en lo personal, no puedo evitar recordar el video que se hizo viral en el que se pronosticaba que la selección, con Pékerman al frente, jugaría como los protagonistas de la divertidísima comedia Shaolin Soccer, producida en Hong Kong, donde se relata la historia de un equipo con jugadores que combinan el fútbol con el Kung-fu. Me había partido de la risa cuando lo vi por primera vez pero, solo por esta noche, siento que la comparación no era tan exagerada. Quizás estoy loco. Quizás todos lo estamos.

Pero también estamos a punto de poner los pies sobre la tierra.

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Tras el partido contra Bolivia más de uno saca cuentas a ver si nos alcanza para ir a Catar 2022, ganando los tres enfrentamientos que quedan: Uruguay, Argentina y Colombia.

Es obvio que no. Ya estamos eliminados. Pero si las matemáticas dan aunque sea un mínimo de esperanza, no hay razón para no soñar, dicen mis amigos. ¿Y quién soy yo para matarles la ilusión después del partidazo contra Bolivia? Para eso están los uruguayos, que tardan apenas un minuto en marcar el primer gol.

El segundo llega al minuto 23’ y el tercero es de Cavani en el 46’, quien ejecuta una peculiar chilena tras una salida atropellada de Wuilker Faríñez, quien dejó la portería vacía. En el segundo tiempo el propio Faríñez le ataja un penalti a Luis Suárez, pero se repite por invasión en el área de Ferraresi. Gol de Suárez. El partido termina 4 a 1, gracias a un gol de Josef Martínez en el 65’ que apenas sirve para maquillar la derrota.

Contra Argentina las cosas no cambian mucho. En la mítica Bombonera, Lionel Messi aprovecha a una Venezuela desorientada para lanzarse un partidazo y olvidarse un rato de los silbidos que recibió por parte de fanáticos del París Saint-Germain luego de que su equipo fuese eliminado de la Champions League. Di María monta su propio show con un golazo y una asistencia para “La Pulga”. Mis panas, que sacaban cuentas desesperadas e improbables tras el partido contra Bolivia, ni siquiera escriben en el grupo de WhatsApp. Ya para qué.

Y llega el último partido. Es el 29 de marzo contra Colombia. Más de 40 mil personas llenan Estadio Cachamay y, contrario a lo que se podía pronosticar, con una Colombia atacando desde el minuto 1’ y buscando el milagro mundialista, es Venezuela quien tiene la iniciativa, genera ocasiones y hace un buen primer tiempo. Lamentablemente éste termina manchado por un penalti en contra sobre la hora; de esos que caen como balde de agua fría. El bendito VAR que nos favoreció contra Bolivia ya no es tan bendito: ahora nos perjudica.

Faríñez tapa el lanzamiento de James Rodríguez, pero se tiene que repetir porque el guardameta venezolano se adelantó. James repite y ahora es gol.

En el segundo tiempo hay varias emociones. Pékerman se lleva las manos a la cabeza un par de veces y se convierte en meme. Al final, Colombia gana, aunque no logra clasificar al Mundial, porque no se dieron los otros resultados que necesitaba. Algunos jugadores cafeteros lloran en el campo, mientras son consolados por venezolanos. Así finaliza la primera etapa de Pékerman al frente de la selección: una victoria, tres derrotas, 5 goles a favor y 9 en contra.

Nada alentador. Pero esto apenas comienza.

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Las Eliminatorias fueron un completo desastre, llenas de tragedia y algunas escenas insólitas, como la pelea entre Yeferson Soteldo y algunos referentes del equipo, luego de que éste presuntamente abandonara una concentración del equipo para irse de fiesta.  

No se trata solo de los resultados en la cancha. Hay que ir más allá.

Para empezar, recordemos que el entonces presidente de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF), Jesús Berardinelli, falleció a causa de un infarto a los 61 años, luego de estar dos semanas hospitalizado después de haber sufrido una insuficiencia respiratoria, tras ser arrestado con acusaciones de corrupción.

En cuanto a las condiciones deportivas, el primer entrenamiento de la selección venezolana con José Peseiro al frente se realizó en Mérida en medio de la molestia de los futbolistas por fallas eléctricas en el hotel donde se alojaban, falta de aires acondicionados e incluso pésima conexión a internet.

La crisis que viven diversas regiones del país se hicieron presente en las prácticas de la selección que asumía el portugués Peseiro, quien luego tuvo que sufrir una lamentable e incómoda situación: renunció debido a que la federación le debía un año de sueldo.

«Les informo que la FVF procedió a pagar en la fecha de hoy la deuda que me debía. Quiero agradecer a la Federación todos sus esfuerzos para superar esta situación, y desearle el mayor de los éxitos en la solución de los diversos problemas que enfrenta el fútbol venezolano», escribió Peseiro en su cuenta de Twitter el 30 de noviembre.

Ese mismo día fue presentado Pékerman como nuevo entrenador de la selección.

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El siempre polémico José Mourinho solía decir una frase en las ruedas de prensa, especialmente cuando llegaba para dirigir un equipo nuevo: “si ganamos, ganamos todos; si perdemos, pierdo yo”.

Algunos sostienen que esta frase es estratégica para centrar toda la atención sobre él y restar presión a sus jugadores; otros creen que simplemente es otra muestra de su enorme e insoportable ego. Quizás sea un poco de ambas cosas.

Aunque José Néstor Pékerman no haya dicho algo similar, estas palabras podrían ayudar a ilustrar su llegada a La Vinotinto: luego de consolidarse como el entrenador más exitoso en categorías menores durante su estadía en la selección Sub-20 de Argentina donde ganó tres mundiales, dirigir a la albiceleste en el mundial de Alemania 2006 y maravillar al mundo con la Colombia del 2014 liderada por un emergente James Rodríguez, este veterano director técnico argentino no puede darse el lujo de quedar en el fondo de la tabla en las Eliminatorias de la Conmebol, como ha pasado con Venezuela en este proceso.

Es cuestión de orgullo: ahora toda la presión está sobre él y eso es, posiblemente, lo más esperanzador de su llegada.

“Sé que estoy en el lugar correcto”, dijo Pékerman en la rueda de prensa de presentación como entrenador de La Vinotinto. “No nos saltemos algún grado o una escala. Porque uno hace una gambeta y con eso alcanza. Así se vuelan pajaritos. En el fútbol hay que tener orden, reglas y conductas. Eso lleva al éxito”.

Su proyecto implica una especial atención en las categorías menores y para ello cuenta con un cuerpo técnico dedicado a esa línea de trabajo, especialmente Fernando Batista, ex entrenador Sub-20 de Argentina, quien incluso declaró al canal deportivo TyC Sports que el propio Pékerman le dijo que él podría sustituirlo al frente de La Vinotinto, pues no sabía cuánto tiempo más estaría dirigiendo, debido a su edad: 72 años.

En las primeras de cambio, ya se han visto modificaciones importantes en el fútbol venezolano, como la eliminación de la norma del juvenil, por petición de Pékerman, la cual consistía en una regla que obligaba a los equipos del campeonato de fútbol profesional venezolano a alinear obligatoriamente en cada partido a un jugador de menos de 20 años; asimismo, se obligaba a que si este jugador de menos de 20 años iba a ser sustituido, tenía que ser por otro jugador menor a 20 años.

En respuesta, el alto mando del fútbol venezolano decidió crear un torneo reserva de categoría sub-23 para darle continuidad al desarrollo de esos jugadores juveniles.

“Lo que se cree o lo que se ve es que la regla juvenil quizás fue exitosa. Exitoso hubiese sido si esos jugadores hubiesen tenido la continuidad después de ser mundialistas sub-20”, dijo Jorge Giménez, presidente de la FVF en una entrevista. “En los últimos cuatro años debutaron 407 jugadores por la norma y de esa cantidad 139 no vieron más nunca ni un minuto de juego en otras categorías. Además, de esos 407 futbolistas solamente 48 lograron salir al exterior. De esos 48, un total de 18 se devolvieron y 30 se quedaron jugando en el exterior”.

Actualmente la selección cuenta con una gran camada de jugadores jóvenes talentosos que estarían en una edad ideal para explotar todo su potencial en las próximas Eliminatorias, entre los que destacan Yeferson Soteldo, Yangel Herrera o Faríñez, todos de 24 años.  

Esto último sin mencionar las estrellas emergentes que podrían surgir de las categorías menores en los próximos años, pues vale la pena recordar que James Rodríguez tenía apenas 20 cuando Pékerman tomó la selección de Colombia en 2012, y años después firmó un contrato nada más y nada menos que con el Real Madrid gracias, en parte, a las buenas actuaciones con su país.

Además, con un fútbol moderno en el que cada vez más jugadores deciden cuidar su cuerpo para extender su edad de retiro, no sería alocado creer que Pékerman contaría con futbolistas como Rondón o Machís en una hipotética clasificación al próximo mundial, donde tendrían 36 y 33 años, respectivamente.

La edad en el fútbol actual es solo un número y muchos veteranos de la selección seguramente estarían dispuestos a darlo todo por jugar si quiera un partido en una soñada Copa del Mundo.

Pero en un país que enfrenta una Emergencia Humanitaria Compleja, hasta el cuerpo técnico de una selección de fútbol tiene que mirar hacia el estómago de la gente.

“La labor de Pékerman y su cuerpo técnico no será lidiar con las consecuencias de la pandemia, sino con las dificultades de un país que atraviesa la peor crisis de la historia de Latinoamérica. Evaluar solo la cancha sería un análisis muy miope cuando el fútbol lo practican seres humanos que no son ajenos a los desafíos de la cotidianidad”, reflexionó el periodista Luis Vílchez en un artículo para Balonazos.

¿Está Pékerman listo para lidiar con la mentira de que Venezuela se arregló?

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En la rueda de prensa de su presentación aquel 30 de noviembre de 2021, Pékerman expresó: “Queremos hacer algo superador, que podamos entregar algo importante. Pero aquí no podemos mentir. Yo no puedo decir ‘vamos a hacer campeones’ o ‘ya estamos en el mundial’. Esa no es mi verdad. Vamos a dejar el corazón y el alma para llevar adelante a la selección Vinotinto”.

Aunque evitó vender humo, había una motivadora idea escondida detrás de aquella declaración: se acabaron las excusas.