Develado el misterio; el adulto que, al igual que la difunta Leónides, carga con su peculio en varias bolsas plásticas multicolores de 40 kilos con una lona para protegerlas de la lluvia y el sol, se llama: Jorge Damaseno Betancourt Figuera.
De 68 años de edad, desde hace aproximadamente un año vaga por Tucupita sin que se conozca su procedencia.
Desdentado y sonriente, se extravió en los recovecos de la capital deltana pensando que habían endulzado el agua salada del litoral.
De allí su piel canela, tostada por el astro Rey y curtida por la intemperie. Y la resistencia a envejecer de los morenos de tierras calientes, hijos del mestizaje prodigioso del trópico.
Al igual que las hormigas, arrastra 30 veces su peso en forma de fardos que ha ido moviendo de calle Petión al paseo malecón Manamo, de la plaza Bolívar al Obelisco, de las cercanías del gimnasio cubierto a Palo Blanco.
La semana pasada se recogió la denuncia de que vagaba desorientado en un sector campesino denominado La Calceta, al que habría sido llevado por integrantes del servicio de aseo urbano.
La posibilidad de que fuera una entidad del ayuntamiento capitalino quien lo trasladara, hizo que la municipalidad tomara cartas en el asunto, ordenando a Politucupita traerlo de regreso.
El procedimiento contó con la supervisión de la defensora del Pueblo, Dulce Mirabal, garantizándole sus derechos y el apoyo de la Fundación Sol Naciente, perteneciente a la gobernación, cubriendo los gastos médicos.
Al adulto mayor Damaseno lo retornarán a La Guaira, otrora estado Vargas. Recuperado y recompuesto, le fueron realizados exámenes de química sanguínea y rayos X de tórax en el hospital Dr. Luis Razetti y fue cedulado en el Saime.
Elucubrando, cabría pensar que no se enteró de la victoria 37 años después de su divisa, en aquel entonces tendría 31 abriles y puede que la esquizofrenia todavía no hubiese hecho estragos en su ser.
En todo caso, el mismo día que los Tiburones triunfaron, fue devuelto al casco central, pudiendo alimentarse adecuadamente, asearse debidamente y vestir ropa nueva en la sede en calle Bolívar del comando policial.
Si retorna pronto a su patria chica, quizá alcance a participar de los festejos y tendrá una razón más para sonreír.
Con información de Tane Tanae.
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