Este 23 de octubre se cumplieron 18 años de la canonización de Luis Alberto Miguel Hurtado Cruchaga, venerado por la Iglesia católica como san Alberto Hurtado, quien fue un sacerdote jesuita chileno, abogado y reconocido por su servicio a los más pobres, que nació en 1901 y falleció en 1952 a sus 51 años.
En marco de la celebración de su canonización, Jaime Castellón, sacerdote jesuita y asistente eclesiástico de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) en Chile, contó que San Alberto Hurtado fue un hombre que vivió durante la primera mitad del siglo XX donde se registraron dos guerras mundiales que cambiaron radicalmente al mundo. A pesar de ello, decidió llenarse de Dios y hacerse servidor del mundo.
Castellón destacó, en entrevista para el programa De Primera Mano de Radio Fe y Alegría Noticias, que Hurtado cuando era estudiante del Colegio San Ignacio, coincidió con Fernando Vives, sj, quien lo ayudó. “Lo puso en contacto con los más pobres y eso generó una transformación muy profunda en él”, dijo.
Entre las características que Castellón destaca en San Alberto Hurtado, está el hecho de que logró hacerse sacerdote jesuita al terminar el colegio, porque la situación económica de su madre era muy precaria y allí intensificó su encuentro con Dios. Al terminar sus estudios de Derecho, entró a la Compañía de Jesús, lo que hizo que madurara su sensibilidad.
San Alberto Hurtado dejó una marca indeleble en el país, al punto que para su canonización, el presidente de Chile, que no comulgaba con la religión católica, lo celebró como un hombre de la patria.
Un hombre que oraba y servía al mismo tiempo
Jaime Castellón, sj, contó que lo más notable de Hurtado era su integridad. “Hay que dedicarse a orar o a servir a los demás. Él hacía las dos cosas. Y así, estudiaba y trabajaba, y eso es como lo más notable. Tiene una profunda experiencia de Dios, pero eso se vuelve siempre en el servicio de los demás”, agregó.
Hurtado también participó en la vida pública, acompañando luchas sindicales y estudiantiles. Asimismo, trabajó como profesor en el Colegio San Ignacio donde pasó a ser asesor en vista de su preocupación de que los estudiantes recibieran una educación integral.
San Alberto Hurtado creó el Hogar de Cristo, definido como una institución católica de beneficencia pública que forma parte de las obras de la Compañía de Jesús en Chile.
“Al hogar que él funda no le ponen el Hogar de los Pobres sino de Cristo. Él hace una cruzada entre la gente para servir a los más pobres y reducir el sufrimiento. Eso, desde la identidad humanitaria tan profunda, es una de las marcas profundas suyas”, dijo Castellón.
¿A qué nos llama San Alberto Hurtado?
En un mundo tan convulsionado, con reclamo de distintos sectores de la sociedad, el padre Jaime Castellón considera que el legado que dejó San Alberto Hurtado es el de transformar desde el amor.
“Él se acerca mucho a la gente sufriente. Desde ahí se da cuenta de todo lo que hay que transformar para que ese amor sea real y efectivo y él se pone en lucha para que esto pueda realizarse”, apuntó.
“Y al mismo tiempo, no deja de amar a las personas con las que le toca trabajar, pero nunca deja de tratarlas con cariño, un poco como Jesús, que es muy fuerte para denunciar las injusticias, pero muy suave para tratar a las personas”, agregó Castellón.
Afirmó que la calidad de convivencia se deterioró porque “nos tratamos con distancia, violencia”, lo cual “nunca está en el padre Hurtado”.
“Para él, la violencia y la agresividad es contra las situaciones pero nunca con las personas como tal”, añadió.
Para el padre Castellón, San Alberto Hurtado “es un hombre que nos llama a luchar por la justicia y desde la fe”.
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