Se despidió a una mejor vida el P. Adolfo Nicolás SJ

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Este 20 de mayo partió a la casa de El Señor el Padre Adolfo Nicolás, recordado para los jesuitas en el mundo como un hombre de un intenso servicio a Dios.

El ex Superior de la Compañía de Jesús se despidió sin avisar en la enfermería donde se encontraba hospitalizado desde hace varios años en Tokyo, Japón.

Nicolás lideró la orden religiosa masculina más influyente en el mundo desde el 2008 hasta el año 2016. Aunque la responsabilidad de ser Superior General de los jesuitas es vitalicia, el religioso español presentó su renuncia ante la Congregación General 36 por razones de salud, la cual fue aceptaba.

El actual General de la Compañía Arturo Sosa recuerda aquel momento en una carta que hizo llegar este mismo 20 de mayo al notificar la muerte del P. Nicolás.

Reseña Sosa que en esa oportunidad al religioso español se le hizo un homenaje y lo recuerda como » lleno siempre de calidez, bondad y alegría–, así como sus innumerables aportaciones, como Superior General, a la marcha de la Compañía y de la Iglesia».

Igualmente cita que «nunca olvidaremos dos palabras que el P. Nicolás repetía constantemente y que nos impulsaban a la renovación de la Compañía: “universalidad” (la de nuestra vocación y nuestra misión) y “profundidad” (espiritual e intelectual, en aras de nuestra misión).

El P. Nicolás, que muchos llamábamos cariñosamente Adolfo, y los jesuitas de Asia Pacífico “Nico”, había nacido en Palencia (España) el 29 de abril de 1936. Entró en la Compañía el 14 de septiembre de 1953, y fue ordenado sacerdote el 17 de marzo de 1967.

Siendo escolar fue enviado a la misión del Japón, donde, entre otras cosas, fue profesor de teología, rector de los escolares y provincial, dedicándose luego al trabajo social con emigrantes en Tokio.

Durante diez años vivió en Filipinas, ejerciendo como director del Instituto de Pastoral de Extremo Oriente (EAPI) y como Presidente de la Conferencia de Provinciales de Asia Oriental y Oceanía. Tras haber presentado su dimisión como General de la Compañía, fue director espiritual en el EAPI y en la Residencia Internacional Arrupe de Manila. El P. Nicolás fue elegido Superior General por la Congregación General 35 el 19 de enero de 2008.

Cuando el Cardenal y jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio fue electo como el Papa Francisco, Nicolás fue prudente cuando se le preguntó sobre esta supuesta «ventaja» que obtenía la Compañía.

Respondió que «no sería bueno ni adecuado que los jesuitas aprovecharan esta ocasión. Siempre digo que no ha cambiado nada: nosotros seguimos sirviendo a la Iglesia y nuestra relación con el Papa es de obediencia. No hay que decir: «yo ahora tengo mano con el Papa», No, Yo quiero seguir respetándole como he respetado al anterior».

En el año 2012 hizo una visita canónica a Venezuela en la que expresó sentir mucha alegría por palpar a una Provincia muy vigorosa y activa.

Quizá el mejor modo de recordar al P. Adolfo Nicolás sea con una breve oración, escrita de su mano tras los Ejercicios de ocho días que realizó en 2011 junto con su Consejo General.

Muchos meses después de aquellos Ejercicios, algunas reuniones del Consejo comenzaban con esta oración, surgida de la meditación personal del P. Nicolás sobre la pesca milagrosa y que narra San Juan en el capítulo 21.

Constituye una excelente síntesis de su persona y de su espiritualidad. La versión original de la oración dice así:

“Señor Jesús, ¿Qué flaquezas has visto en nosotros que te han decidido a llamarnos, a pesar de todo, a colaborar en tu misión? Te damos gracias por habernos llamado, y te rogamos no olvides tu promesa de estar con nosotros hasta el fin de los tiempos. Con frecuencia nos invade el sentimiento de haber trabajado en vano toda la noche, olvidando quizá que tú estás con nosotros. Te pedimos que te hagas presente en nuestras vidas y en nuestro trabajo, hoy, mañana y en el futuro que aún está por llegar. Llena con tu amor estas vidas nuestras, que ponemos a tu servicio. Quita de nuestros corazones el egoísmo de pensar en ‘lo nuestro’, en ‘lo mío’, siempre excluyente y carente de compasión y de alegría. Ilumina nuestras mentes y nuestros corazones, y no olvides hacernos sonreír cuando las cosas no marchan como querríamos. Haz que al final del día, de cada uno de nuestros días, nos sintamos más unidos a Ti, y que podamos percibir y descubrir a nuestro alrededor más alegría y mayor esperanza. Te pedimos todo esto desde nuestra realidad. Somos hombres débiles y pecadores, pero somos tus amigos. Amén”.