El gigante del Sur de América se ve envuelto en una aguda crisis política y social en medio de la propagación del COVID-19 que hasta la fecha ya cobrado la vida de 93 personas, siendo el país latinoamericano con el mayor número de casos con 3 mil 477.
Al inicio de la aparición de casos confirmados en el país, el presidente Jair Bolsonaro ha mantenido una postura bastante reacia para decretar medidas de aislamiento social, suspensión de algunas actividades laborales y económicas y la emisión de alertas en el sistema de salud.
Bolsonario ha dicho que la pandemia en Brasil no es de gran magnitud y la ha comparado con «una simple gripecita». También ha manifestado que el hambre mata más que el Coronavirus.
A finales de esta semana sostuvo una videoconferencia con un grupo de gobernadores de la Nación. En esta reunión insistió en que que las cuarentenas son perjudiciales para la economía y forman parte de una histeria sobre la amenaza del virus.
Los mandatarios de las regiones solicitan al gobierno central la suspensión por 12 meses del pago de sus deudas con la Unión. Por lo pronto, la Corte Suprema de Justicia le ha aceptado esta prerrogativa a los estados de Sao Paulo y Bahía pero solo por 6 meses siempre y cuando apliquen los montos exonerados para combatir la enfermedad.
En el paquete de los petitorios los gobernadores incluían la aprobación de un proyecto urgente de ingresos mínimos, alargando las deudas de las pequeñas y microempresas y la habilitación de los recursos gratuitos de la Unión brasileña.
Al Congreso de la República le proponen que aprueben el Plan Mansueto. Una propuesta del Secretario del Tesoro Mansueto Almeida, que prevé el acceso de los estados y municipios a los préstamos del gobierno con la garantía de un ajuste fiscal.
En el documento se le pide a Bolsonaro que lidere esta acciones.
Pero la tensión crece en los niveles del gobierno brasileño.
Este sábado el gobernador del central Sao Paulo, su más principal crítico y oponente, Joao Doria declaró en una entrevista que Bolsonaro no se encuentra en facultades mentales al decir que el COVID-19 es una gripecita.
El también coordinador del foro de gobernadores aclara que no hará ninguna propuesta en contra del presidente pero «deja en manos del Congreso, con poderes para iniciar un juicio político, para que evalúe y tome una decisión acerca de cómo proceder ante un presidente que no tiene capacidad para racionalizar, interpretar y liderar un país.
Sao Paulo, que cuenta con 46 millones de habitantes y aporta un tercio del PIB brasileño, es la región con más muertos e infectados por el COVID-19 en el país: 68 fallecidos y 1.223, respectivamente.
Por eso, para Doria es clave que las autoridades regionales y nacionales implementen con rigurosidad las normas y medidas ordenadas por la Organización Mundial de la Salud. De lo contrario, sugiere, la pandemia puede salirse del control en Brasil.
Asegura que Bolsonaro está desconectado de la realidad. «No es razonable que un presidente de la República califique como gripecita a una crisis mundial como la del Coronavirus; tampoco es razonable que el propio Gobierno haga una campaña incitando a que las personas salgan de casa en el mismo momento que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las personas se queden en casa.
Califica estas actitudes como un acto de profunda irresponsabilidad y falta de respeto al ser humano. «Sao Paulo tiene 46 millones de habitantes, casi la misma población que España. Aquí no se va a aplicar una medida que coloque en riesgo la vida de millones de brasileños que viven en Sao Paulo. Nuestra posición es que las personas se queden en casa, siguiendo las directrices de la OMS», sentencia Doria.
Otro opositor, Wellington Dias, del Partido de los Trabajadores, habló en nombre de los estados más pobres. Alertó que es esencial que estas regiones vulnerables cuenten con el apoyo del estado federal y exigió que se sigan al pie de la letra las recomendaciones de la OMS.
Pero la reacción del mandatario nacional no ha sido la mejor. Con tonos altisonantes ha acusado a Joao Doria de buscar protagonismos electorales hacia el 2022 en medio de esta crisis. Lo llamó frívolo y lo acusó de que se le volteó en su contra después de haber usado su nombre para ayudarlo a su elección en 2018.
Por su parte, Mauro Mendes, un aliado político de Bolsonaro sostiene que existe mucho miedo por los embates que contra la economía del país está dejando esta pandemia. Aboga por no seguir confrontando al presidente.
Llamó a estar tranquilos «porque sino haremos de la crisis de la salud la mayor crisis económica en la historia del país».
Mientras se ventila esta controversia, este fin de semana las hospitalizaciones por insuficiencia respiratoria grave se han disparado en todo Brasil.
El investigador Marcela Ferreira da Costa Gómes señala que en la última semana de marzo se han hospitalizado más de 2250 personas por esta afección. Esto, dice, «es un número 10 veces mayor que el promedio histórico, de alrededor de 250 hospitalización en los meses de febrero y mazo, de años anteriores».
Las autoridades de salud monitorean a estos pacientes para determinar si son portadores del COVID-19. Costa Gómes advierte que no a todos se les han practicado los test para detectar la enfermedad.
Movimientos militares
El periodista Afonso Benites, en un artículo publicado en la edición brasileña del diario El País de España, comenta que «la cúpula de las Fuerzas Armadas encendió una señal de advertencia en los últimos días ante las reacciones del presidente Jair Bolsonaro frente a la nueva crisis del Coronavirus”.
Por otro lado, fuentes vinculadas al estamento militar brasileño indican que en los últimos días se han escenificado reuniones en Brasilia para analizar escenarios ante una eventual destitución o renuncia del presidente ante las complicaciones que hecho visibles para manejar la situación del Coronavirus.
Citando un informe, Benites revela que representantes de la Aeronáutica, el Ejército y la Marina le dijeron al vicepresidente Hamilton Mourao que podía contar con su apoyo en caso de que el ocupante del Palacio del Planalto (sede del Poder Ejecutivo) dejara el cargo mediante un juicio político o dimisión.
Por lo pronto, Bolsonaro sigue negándose a decretar un aislamiento social nacional. También ha criticado esas medidas adoptadas a nivel estatal y municipal.
Sostiene que, si bien es necesario cuidar la salud de la población, también debe evitarse el fuerte efecto económico que puede causar la pandemia.
Sin embargo, la posibilidad de un juicio político, que tendría que ser discutido y votado en el Congreso, aparece lejano.
Y Bolsonaro ha dicho en diversos momentos que no piensa renunciar.