Toca entendernos para construir la paz

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Referencial

«Entendernos porque somos hermanos» fue el lema que inspiró en esta oportunidad al encuentro de Constructores de Paz que promueve y organización la Red de Acción Social de la Iglesia desde hace 12 años.

Así como en el 2020 en este año las condiciones sanitarias por la pandemia del Coronavirus imposibilitaron que los participantes estrechasen manos y brazos para saludarse y animarse fraternalmente.

Es por eso que desde la virtualidad se fueron desarrollando las disertaciones de Rafael Luciani, con la Fratelli Tutti por un lado, y Margarita López Maya, con las amenazas y riesgos a la convivencia democrática en Venezuela, por el otro.

Los reconocidos periodistas Naky Soto y Luis Carlos Díaz se encargaron de la moderación del encuentro, que contó con la conexión de más de 200 personas a través de la plataforma Zoom. Ciudadanos de todas partes del país y también de Colombia, Estados Unidos, Brasil, Chile, Ecuador y Australia que se anotaron a la construcción de ciudadanía.

Un llamado para todos

El P. Manuel Zapata, director del Centro Gumilla y coordinador de la RASI en Venezuela, abrió los fuegos demarcando los objetivos del encuentro, señalando que el encuentro busca seguir impulsando iniciativas de construcción de la paz en Venezuela «desde la perspectiva del pensamiento social de la Iglesia».

El jesuita precisó que en esta ocasión había un llamado urgente desde Constructores de Paz «principalmente al gobierno y a los grupos de oposición a que busquen formas de entendimiento en la solución de la crisis del país que actualmente estamos viviendo».

Sin embargo, le recordó a todos los actores políticos que existe una condición fundamental sin la cual no se puede llegar a ese ponerse de acuerdo. «Y es que somos hermanos, somos hijos de un mismo Dios y de una misma patria».

En esa línea invitó a estos «señores» a desideologizar el conflicto «que mantienen desde hace más de 20 años, dejando antipatías, odio, violencia entre nosotros y que no nos permiten encontrarnos como hermanos por encima de todo».

Para cerrar su introducción Zapata citó al Papa Francisco en su sonada encíclica que habla de la amistad social, amplia y fraterna, que no hoy un punto final en la construcción de la paz en el país sino que es un proceso continuo «que implica esfuerzos de todos, estamos llamados a persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro, la cual exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica a la persona, a su altísima dignidad y el respeto por el bien común».

Que ese camino de alcanzar la paz entre todos los sectores políticos, sociales, comunitarios y religiosos no pierda de vista a las víctimas, a los pobres, a los que sufren, a los migrantes.

Las ideologías siempre terminan mal

El doctor en teología Rafael Luciani, vía remota también, se encargó de precisar los elementos más importantes de la reciente propuesta del Papa Fratelli Tutti.

En primer lugar reflexionó sobre los tres tipos de fractura «que él propone logremos atender a nivel político y a nivel de nuestras relaciones cotidianas».

Esos segmentos son la atención a los pobres y excluidos, la respuesta de las instituciones «ya que las rupturas de las democracias ante autocracias y regímenes populistas han fracturado esta manera de vivir en nuestras sociedades», y finalmente está el rescate de los vínculos sociales para seguir tejiendo la amistad social y la fraternidad.

En ese sentido, y desde la categorización de que todos, sin exclusión, somos hermanos, Luciani resaltó que uno de los principales mensajes que quiere impregnar la encíclica es el de «la vida es el arte del encuentro pese a que haya tantos desencuentros con la vida».

Pero fue más allá cuando apuntó que esta apuesta pasa «por un liderazgo que se aleje de la indolencia, que parta de la dolencia humana, y que pasa por la cultura del encuentro y de la reconciliación».

Por eso acotó que la propuesta es «preguntarnos quién es hoy mi prójimo, con quién debo construir ciudadanía así no sea igual a mi, y con quién debo ceder para reconstruir el vínculo social roto, esa herida, esa fractura que no nos permite avanzar».

Desde el modelo del buen samaritano la Fratelli Tutti busca generar compasión y acciones concretas para sanar las heridas. Cuestión que también es útil y necesaria para sacar al país de esta profunda crisis humanitaria «que parte por tocar, mirar, padecer lo que padece el otro».

Es así como urge pasar de una solidaridad asistencialista, necesaria en un primer momento, a la relación permanente entre iguales, entre sujetos, y los que nos humaniza.

Francisco dice, citado por Luciani, que un primer paso es «situarnos como pueblo, lo cual pasa por alejarnos de los populismos, de los individualismos y recuperar el valor de lo comunitario y la identidad cultural y desesinstrumentalizar el uso del pueblo».

Llamó la atención sobre el abuso dado a la categoría sociológica de pueblo «y por eso la vía de redención es la política como modo de ir construyendo esa amistad social, esa ciudadanía y la restitución del vínculo del pueblo-nación y no como individuos meramente».

En esta línea alertó que no se trata de «servir a ideas, a ideologías, sino a personas concretas y por eso el diálogo no puede ser concebido como una negociación de cuotas de poder, un buen político es el que da el primer paso y muestra su capacidad de avanzar y establecer un diálogo desde la base del reconocimiento, de la confluencia de aquellos temas en los que la vida del otro está en peligro».