Oración de la noche. Domingo 08 de agosto de 2021.
Por José Francisco Aranguren, SJ.
Querido Padre, cansado vuelvo a ti en esta noche. Haz de mí un discípulo de tu hijo. Que sepa amar, que sepa perdonar. Esta semana, en tu palabra, Señor, te me sigues mostrando como pan, como alimento y yo sigo teniendo hambre de ti. Pero hoy me dices que «El pan que les daré es carne para la vida del mundo».
Por eso, entro en mí y busco comprender tu mensaje. Eso de que seas carne es para mí muy significativo. Carne es la debilidad, ese aspecto humano que me hace vulnerable al pecado y a la inhumanidad. Quiero agradecerte en silencio por haber querido bajar hacia mi pecado, mi inhumamidad, para liberarla, para ayudarme a vivir con ella. Hago silencio para sentir y respirar esa acción tuya…
Ciertamente que te siento cercano a mí aunque a veces quiera alejarte de mi carne. Tu deseo y mi deseo a veces no se encuentran. Quieres ser alimento y yo me siento indigno de ti. Me buscas y yo me escondo, como Adán. Te agradezco por toda la gente que te encuentra en las circunstancias difíciles de la vida, de su cotidianidad, cuando parece más difícil hacerlo…
Tú desciendes a mi carne. No dejes de hacerlo.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.