Una Palabra Oportuna No. 1733

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Oración de la mañana. Sábado 23 de abril de 2022.

Por Herlinda Gamboa. Narra Julitze Mayurel.

Cafecito de la esperanza en Tiempo de Pascua

Señor Jesús, te pedimos que nos ayudes a mantener la fe en tu Resurrección. Creemos en tu sufrimiento, en tu muerte, no así en tu triunfo definitivo, que es también el nuestro. En medio de las lágrimas cuesta creer que nos creaste para ser plenamente felices. Queremos vivir este día a la luz de la pascua. Son varias las apariciones que te muestran como el Señor de la Vida: en el jardín, en el lago, en el camino…

Llevar la buena nueva de Resurrección no es fácil de creer por tus más cercanos. Ante el anuncio la respuesta es de incredulidad. Cuando estaban a la mesa, les echaste en cara su falta de fe y dureza de corazón, porque no habían creído a los que los que te habían visto resucitado. Normalmente le creemos más a los malos anuncios que a las buenas noticias. Parece que en nuestro mundo nos hemos acostumbrado a lo duro y difícil, a recibir o esperar siempre desastres y fracasos. Ahora, se trata de la Resurrección, de tu entrada definitiva en el mundo de Dios. En la plenitud de la vida, la verdad, el amor, la felicidad.

A esa vida plena en Dios nos llamas a todos. No son los méritos, todo es gracia, regalo. Esta plenitud ya tiene que comenzar en este mundo, como anticipo de las alegrías futuras. Cuando los discípulos pasaron del no creer al creer, se quedaron asombrados. “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”. Han recibido la llamada a estar contigo y a ser enviados, también nosotros. El riesgo es que la abrumadora oferta de consumo, nos hunda en una tristeza individualista que brota del corazón cómodo, de la búsqueda de placeres superficiales, de la conciencia aislada…

Los verdaderos discípulos son los que se aferran cada vez más a tu amor, tienen la marca del fuego de la pasión por el Reino, son portadores de la alegría del Evangelio. Todos somos invitados a cultivar la alegría de la evangelización, esa que nace del encuentro contigo y del compartir con los pobres… Donde hay gozo, fervor, deseo de llevarte a los demás, surge la verdadera vocación. Esta mañana de rodillas, con el corazón conmovido, agradecemos el acontecimiento de tu Resurrección.

¡Aleluya, Aleluya, Aleluya! Danos tu amor y gracia que eso nos basta. Amén. PAZ Y BIEN.

Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.