Espiritualidad. Jueves 04 de agosto de 2022.
Por Arturo Sosa, SJ. Narra Alexander Medina.
Recordando a Ignacio
Toda la vida de Ignacio fue un buscar apasionadamente el amor de Dios, ser su servidor en todo momento.
Trató con perseverancia que ese aliento vital lo recogieran todas las personas, de todos los estratos sociales, a las que acompañó espiritualmente. Acompañó prostitutas a cambiar de vida, recogió huérfanos, denunció injusticias, ayudó a superar divisiones, abrió colegios, gobernó a sus compañeros… Y todo ello con la única finalidad de que la persona creciera en el amor a Dios y a los demás, con una vida digna, entregada y fecunda, es decir, a la mayor gloria de Dios.
Enamorarse, construir fraternidad, acompañar a Jesús cargando con la cruz, tres desafíos para todos nosotros cuando hacemos memoria de Ignacio de Loyola.
El mundo de hoy necesita personas que se entreguen con totalidad a amar y servir a los demás. Basta asomarse a las situaciones de vida que conocemos para caer en la cuenta de la principal urgencia del momento presente: encontrar personas entregadas a su tarea diaria, al servicio a los demás, en totalidad, con alegría y esperanza. Hombres y mujeres que aceptan la invitación de cargar la cruz y se ponen al servicio de los más vulnerables, colaborando en la construcción de un mundo más justo y una fraternidad auténtica.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.