Espiritualidad. Viernes 04 de noviembre de 2022.
Por Antonio Pérez Esclarín.
La muerte, camino hacia Dios
La celebración del pasado 02 de noviembre del día de los difuntos o de los muertos, nos brinda una excelente oportunidad para reflexionar la muerte. Los seres humanos somos los únicos que sabemos que vamos a morir. Reconocer que somos mortales debería potenciar la vida, hacernos más auténticos y amables, más solidarios y humanos, más pacíficos y menos violentos, más misericordiosos y menos rencorosos.
Hay muchas formas de vivir y de morir. Hay muertes que más allá del dolor que causan a familiares y amigos, provocan paz, agradecimiento, ganas de vivir en serio, de levantarse de la superficialidad y el individualismo, de superar la ambición, las ofensas, el maltrato y el desprecio. Para los creyentes la muerte es paso a la vida.
Nuestra vida, creada por amor, no se pierde en la muerte. Si Jesús es la resurrección y la vida, la fe nos lleva a afirmar, que a los que nosotros enterramos, siguen más vivos que nunca, pues disfrutan de una vida plena. Morir no es perderse en el vacío lejos del Creador, es entrar en la salvación de Dios, compartir su vida, vivir transformados por su amor.
Por ello, la vida no termina en la nada, sino en unos brazos amorosos que nos esperan para adentrarnos en la dimensión profunda del corazón de Dios.