Interioridad. Viernes 28 de agosto de 2020.
Por Herlinda Gamboa. Voz Julitze Maryurel.
Camino Ignaciano
Dos grandes símbolos del camino: el silencio y la soledad.
El silencio para percibir la voz de Dios. La soledad para abrirte a su presencia. El silencio, para que brote en ti la música callada que llevas en el corazón, recuerda que el lenguaje que Dios más oye es el callado amor.
La soledad, para estar con quien sabes que te ama y desea entrar en comunión contigo. En el silencio y en la soledad repite con confianza: «El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacarán aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Den gracias al Señor, invoquen su nombre».
El encuentro con Dios llena de perfume tu casa. Ese perfume lo perciben también las demás personas. Por eso, expresa con algún gesto sencillo la alegría de saber que tu vida está en las manos de Dios: una sonrisa, un servicio, una palabra de apoyo a los que te rodean.
Detente hoy en un sitio tranquilo, ponte en silencio y haz un rato de oración. Cuéntale al Padre lo que llevas en el corazón, comparte tu vida con Él. Escucha, agradece, pide, intercede o pide perdón. Haz un compromiso para el camino de la vida: busca cada día momentos de silencio para hablar y escuchar a Dios, para estar con Él, para amarle y dejarte amar.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.