Espiritualidad. Jueves 05 de noviembre de 2020.
Por Mireya Escalante.
Pérdida de un celular Lucas 15, 1-10
La palabra de hoy, trae dos historias conocidas, la de la oveja perdida y la mujer que también extravía una moneda. Para entender mejor lo que quieren transmitir, las voy a expresar con términos más actuales…
Pensemos que perdemos el celular… ¿No buscamos mucho?, en la casa, en el carro, nos devolvemos donde estuvimos, en las carteras… ¿si se nos cayó? Si lo dejamos en donde un vecino?… y la alegría de encontrarlo, ¡claro que es inmensa! A todos a los que supieron que lo estábamos buscando le decimos: saben que creía perdido mi celular… y ¡lo encontré!
Imaginemos por un momento, que yo soy o eres tú… ese celular perdido para Dios nuestro Padre. Piensa en todo lo que puede hacer para encontrarte, cuánto sufre porque no apareces, cuánto trastea hasta que al fin da contigo y su alegría, ¡es inmensa!
Sintamos por algún momento, ser eso tan valioso a los ojos de Dios, démosle vueltas en nuestro corazón, que eso nos va a transformar. Intentemos no darle disgusto y no actuemos para perdernos.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.