Espiritualidad. Lunes 01 de marzo de 2021.
Por Mireya Escalante.
Para ser felices. Lucas 6,36-38
A veces nos complicamos demasiado y creemos que ser cristianos implica una cantidad de normas, ritos, ceremonias…
Si tan solo viviéramos como nos dice Jesús: sean compasivos como es el Padre. No juzguemos, no condenemos.
Una vez alguien me explicaba con este sencillo ejemplo, la compasión de Dios y como Él no juzga, ni condena. Es como si nosotros estuviéramos atados a Él por un hilo. Cuando pecamos, es como si cortáramos ese hilo. Pero Dios con paciencia, toma las dos puntas y hace un nudo para restablecer la conexión. Ese gesto acorta el largo del hilo, o sea que cada vez que lo rompemos y Él lo restablece, nos acercamos más a su corazón bondadoso.
Recordemos que Él aborrece el pecado, pero ama sin condiciones al pecador.
Al contrario de nosotros que se nos hace fácil criticar, juzgar, condenar y dar en cantidades muy pequeñas, mientras esperamos del otro lo más grande.
¡Tanto nos falta por aprender! Si empezáramos a actuar según sus consejos, fuéramos realmente los mejores cristianos y sobre todo los seres más felices.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.