Si algo ha caracterizado el conflicto político venezolano es la falta de confianza entre los diferentes actores políticos. Quizás la hiperpersonalización de la política que ha afectado el funcionamiento institucional del Estado y también de los partidos, ha tenido que ver en ello.
El hecho que los diferentes procesos de negociación que se han intentado en relación con Venezuela hayan fracasado o en algunos casos, dificultado al máximo su implementación, ha estado relacionado en gran medida por el tema de la desconfianza.
La polarización extrema que vivió la sociedad venezolana contribuyó a la sostenibilidad de la desconfianza. Las posiciones de los diferentes actores de poder se afianzaron sobre la alineación ideológica que caracterizó durante más de dos décadas a un país que se fue a los polos y se olvidó del centro.
Hoy en día, marca la pauta un proceso de despolarización que ha ido reconstruyendo la confianza entre las partes, pero fundamentalmente, desde las bases y en torno a los problemas comunes que caracterizan a las comunidades populares en la Venezuela de estos tiempos.
Recuperar la confianza
En tal sentido, el camino hacia el 28 de julio próximo debe estar enmarcado en la “recuperación de la confianza” entre las diferentes visiones que se tienen sobre el presente y el futuro del país. Ya en el planeta opositor se desarrolló un proceso de recuperación de la confianza entre los diferentes factores alrededor de la denominada Plataforma Unitaria.
Aunque fueron varios los días de tensión y desconcierto que precedieron a la decisión, al final, la designación del diplomático Edmundo González Urrutia, apuntaló una decisión asociada más a una estrategia conjunta y a una conversión de factores soportada sobre la confianza.
En la exalianza democrática, también se están dando pasos tras bastidores para provocar retiros candidaturales y concentrarlos en una sola opción que pueda captar a un electorado centrista y que logre deslizamientos entre las fuerzas partidarias del Psuv y la Plataforma Unitaria.
Todas estas conversaciones han alimentado cierto restablecimiento de la confianza en el camino hacia el 28 de julio y los meses sucesivos. Que se desfragmente el cúmulo de opciones que se inscribió para la candidatura es un síntoma positivo.
Nuevos caminos
Pero también está ayudando en esa dirección el rol activo de los EE. UU, la Unión Europea y algunos países de la región que se han incorporado plenamente en el monitoreo de los acuerdos de Barbados y en el cronograma electoral anunciado por las autoridades electorales de Venezuela.
Por el gobierno de Nicolás Maduro se han efectuado movimientos tácticos que generan “metamensajes” sobre los cuales, se han venido articulando conversaciones que van generando niveles de confianza que no teníamos en el pasado reciente y que pueden abrir cierto cauce a la esperanza.
La ruta al 28 de julio es importante y debe estar enmarcada en el afianzamiento de la construcción de “nuevos caminos” para la confianza. Pero, más aún, el entramado de relaciones que deberán construirse luego de esa fecha para iniciar la recuperación plena de la economía venezolana y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales con los diferentes centros del poder geopolítico global.
Se nos viene encima un proceso llevado adelante “día a día” que puede tener repercusiones tan trascendentales como inesperadas en el marco de la realidad actual de Venezuela. La apuesta puede ser demasiado elevada, pero si se reconstruye la confianza “el cielo es el límite” parafraseando al recordado Wayne Dyer.
Piero Trepiccione es politólogo y coordinador del Centro Gumilla en el estado Lara | @polis360
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