“Fue un hecho fortuito que me enamoró”, confiesa Yosmary Vivas, con ojos iluminados, al responder cómo inició en la educación.
Fue un 1 de marzo de 2009 cuando Vivas colaboró con la escuela Hermana Elba Estrada Foster, para una suplencia que solo iba a durar un mes, pero que se convirtieron en 15 años de servicio.
“El plan era no trabajar, de hecho, había renunciado a un trabajo porque realmente me iba a dedicar tiempo completo a mis hijos pequeños. Pero, como solo me pidieron el apoyo por un mes, acepté”, contó.
Para Yosmary, ser facilitadora de tantos jóvenes y adultos que buscan emprender un oficio es un privilegio. La gran pasión que encontró en su labor de educar le dio a su vida un gran impulso. Y, al descubrir su vocación de educar y acompañar a otros, buscó también la forma de compensar el tiempo para atender a sus hijos y a sus alumnos.
Sentir la emoción de transformar
A través de Centros Educativos de Capacitación Laboral (CECAL), ahora Fe y Alegría Capacitación, Yosmary comparte sus conocimientos en el área de primeros auxilios y farmacia, lo cual le ha permitido ver cómo sus participantes han emprendido un negocio, encontrado un trabajo y culminado sus estudios graduándose de la universidad.
“El hecho de poder ser ese granito de arena positivo en la vida de cada joven es maravilloso. Lo que más me llena de mi labor es poder integrarme con ellos, al hecho de que la enseñanza va de forma bidireccional: no solo ellos aprenden de mí, sino que yo aprendo mucho de ellos; cada uno tiene un aprendizaje que me va nutriendo y haciendo crecer”, aseguró.
Yosmary, pronto será licenciada en bioanálisis. Ha hecho varios cursos de pedagogía, planificación y otras formaciones en Fe y Alegría que le han dado herramientas que, complementándose con su experiencia, le permiten dar lo mejor a sus estudiantes.
“Cuando Dios te tiene un camino, no existe manera de desviarse. Son eventos maravillosos y mi camino se vinculó al de tantos adolescentes y jóvenes que llegaban sin escolaridad, excluidos de la educación regular y que necesitaban ese apoyo incondicional; por lo que me convertí en ese ente transformador de vidas”, dijo emocionada.
Experiencias gratificantes
Esta facilitadora ha llegado a tener más de 90 participantes en un solo curso, lo que para ella ha resultado impactante.
“Lograr captar la atención de todos y culminar con éxito las formaciones, llevar de la mano cada realidad, poder ver resultados positivos en cuanto a la formación en oficio y también la espiritual; sentir el cariño de cada uno hacia mí, eso es lo que me sigue impulsando a estar en pro de la educación”, agregó.
Cabe destacar que durante el tiempo de la pandemia Yosmary no puso frenos a su labor y trabajó a través de cursos a distancia, mediante la plataforma de WhatsApp.
Retos que enfrenta
Para Yosmary, el reto más grande es el económico. Y en eso, tanto ella como los participantes que atienden han tejido una red de apoyo para ayudarse en lo que haga falta en cuanto a tema de traslados y alimentación.
“En muchas ocasiones, cuando no cuento con dinero para el transporte o algún participante me dice que no tiene dinero para los pasajes o no tiene comida, entre todos nos ayudamos, con lo que podemos para poder encontrar solución a esa problemática. Creamos tal alianza con los hasta 90 participantes que hemos llegado a tener dentro de un curso, que formamos un gran equipo y entre todos logramos el objetivo”, concluyó.
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