Acompañar a los difuntos desde la distancia

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Referencial

Cuentan los que cuentan que desde la antigüedad ha sido tradicional encomendar a los muertos, rezar por ellos y hasta pedirles un «favorcito» ante Dios para poder resolver un problema personal o familiar.

El día de los «fieles» difuntos lo convirtió la Iglesia como una ocasión especial para enfatizar que la muerte solo tiene sentido si se le asume y se le contempla desde la promesa de la Resurrección.

Victoria que obtuvo Jesús por obra y gracia de su Padre después de haber sido crucificado por la salvación del mundo.

A lo largo de los años en Venezuela se adoptó la costumbre de acompañar a los difuntos cada 2 de noviembre acudiendo a los cementerios, limpiar sus tumbas, ponerle flores, estar un rato conversando con sus almas, rogando por su purificación e implorando su intercesión para que las cosas mejoren en el país, en la comunidad, en la casa.

Pero hoy nos queda ofrecerles una «compañía a la distancia». Y no solo porque el temor a contagiarnos de COVID-19 nos impide llegar hasta los camposantos en esta oportunidad, sino porque ya, desde hace años, la inseguridad y la desidia los han invadido.

Ya no se puede ir a la última morada de nuestras madres, padres, hijos, hermanos, otros familiares y amigos. Se perdieron esos momentos de recogimiento espiritual, de llanto silente, de intimidad plena con quien un día la vida nos unió en lo terrenal y con quien compartimos sueños rotos y hondos suspiros.

Por cuidarnos en salud y en integridad física hoy solo elevamos una oración por todos ellos. Los recordamos por ese «amor que queda» ya que se han ido a la eternidad.

Hoy los tenemos presentes con la nostalgia que se apodera de nuestro encuentro, rezamos en silencio haciendo memoria de la gente que se ha ido de nuestra vida… descubrimos lecciones, aprendizajes, historias que permanecen y animan a seguir el camino, con compromiso y coherencia.

En esta fecha especialmente encomendamos las almas de los más de 220 trabajadores de la salud que en Venezuela han muerto por COVID-19, por los 801 seres que dice el gobierno (creemos que hay más) han muerto por la enfermedad ; por el 1 millón 300.000 víctimas de esta pandemia en todo el mundo.

Que descansen en la paz de El Señor y brille para ellos, y para todos nosotros en este país que se resiste a morir, la luz perpetua.