Compartimos la segunda y última entrega de la entrevista que desde el portal Retopaís.com se le hizo al jesuita venezolano Arturo Peraza, sj, actual rector de la UCAB. En la primera parte alertaba que la democracia no funciona si no se le pone límites al poder político. En esta ocasión destaca el rol fundamental de la sociedad civil.
Por Marina Piña
RP: En la coyuntura actual tenemos asomos, momentos de civilidad, de esa posibilidad de diálogo, de convivencia civilizatoria, pero ¿por qué eso no se afianza?, ¿por qué eso no se acentúa?, ¿por qué dejamos que lo arrope esa especie de oscurantismo?
AP: “Yo creo que, efectivamente, han ido apareciendo elementos muy interesantes que vienen de tiempo atrás y que, en este momento, adquieren una fortaleza muy particular. Tú vas viendo una suerte de protagonismo de la sociedad civil, que no solamente aparece condenando sino que es actor, que está financiando cada vez más, de manera importante, al Estado. Aquí hay una relación inversa a la que estábamos acostumbrado durante el rentismo, cuando fundamentalmente el Estado financiaba a un menor de edad que era la sociedad económica y la sociedad civil venezolana, porque todo los recursos del PIB, fundamentalmente producido por Venezuela, entraba a las arcas del Estado y después drenaba sobre las empresas o la sociedad civil. En este momento no es que la relación ha cambiado totalmente, pero cada vez más el Estado ha tenido que voltear hacia la sociedad civil y decir que, para sostenerse, necesita recursos que produce el estamento social, y eso ha generado un cambio en la relación.
Este es un cambio en el cual veo oportunidades, oportunidades de civilidad, porque las empresas, los negocios privados, generan un modelo sociocultural totalmente distinto, que no es el dame, sino que tengo que organizarme para producir, hay una estructura y tiene que funcionar bien, tiene que tener sostenibilidad. Hay todo un trabajo económico que hay que llevar adelante para que efectivamente eso pueda tener la capacidad de sostenerse en el tiempo, producir recursos y pagar impuestos. Antes esto no era requerido en los mismos términos. Esto hace que la sociedad se vea a sí misma de una manera distinta, no voltea al Estado y le dice dame recursos. Lo que le estamos diciendo al Estado es permíteme funcionar juntos, yo no necesito de tus recursos, yo lo que necesito es que no me trabes. Si tú no me trabas, yo actúo. El problema es que el Estado no ha permitido todavía esa libertad, por problemas ideológicos, políticos, pero cada vez más está avanzando en esa dirección de no trabar.
Esta nueva relación, en donde la realidad obliga al Estado a soltarse y a tener que aceptar condiciones de la sociedad económica, no la conocíamos los venezolanos y creo que eso genera un nuevo modelo de relacionamiento que puede tener nuevas oportunidades, en términos de un Estado que tiene que aceptar que hay reglas que van más allá de él mismo y de su aparente absoluto poder. No estoy diciendo que hemos ganado, de ninguna manera; estoy diciendo que hay la eclosión de algunos elementos que pueden apuntar en esa dirección y que tiene componentes de virtudes. También va a tener problemas como toda dinámica social dialéctica y la dialéctica significa que hay elementos de oportunidades y elementos también que son negativos, que entran en conflicto dentro de un modelo y eso siempre va a pasar. Los modelos tienen tensiones internas. Pero en este caso miras la obligación de civilidad, porque tengo que ocuparme como ciudadano de las cosas del país, porque estoy financiando con mis impuestos cosas, y eso genera una relación totalmente distinta a una renta petrolera con la cual yo no tengo nada que ver. Estamos en un proceso muy interesante en donde parece abrirse otro modelo de oportunidades y relacionamiento distinto, que puede apuntar a un mediano y largo plazo a la reconstrucción de elementos, incluso de la democracia. Porque la democracia es un ejercicio de ciudadanía, de ciudadanos empoderados, que logran ponerle límites al Estado.
La democracia no funciona si no hay limitación al poder. No hay modo que una democracia funcione sin generar límites al poder, por eso es que uno dice que este sistema tiene un problema de democracia porque el poder del Estado no aparece limitado, genera sólo límites que él cree que tiene que autogenerarse, pero no porque hay unos límites efectivos que el Estado acata. Usted ve lo último que ocurrió sobre los casos de corrupción, yo puedo entender la emergencia de atacar el problema de corrupción y comparto la idea, pero cuando usted rompe la estructura normativa, usted queda ilegitimado para hacerlo, en eso y en otras cosas más y con otros sujetos y con cualquier implicación. Y este es el problema del rompimiento del Estado de derecho, genera inseguridad porque al final rompe el esquema democrático, en términos de igualdad y participación ciudadana y establecimiento de reglas comunes para todos los actores. Y por el otro lado, en término de inversión económica, significa que cualquier otro actor dirá: ‘bueno, si a mí me puede pasar esto, qué recursos voy a meter yo en ese país que genera este nivel de inseguridad jurídica, porque todo depende de la voluntad del sujeto que está en el poder’. Ciertamente, los recursos serán los menos, con mayor capacidad de capitales golondrinas, lo que significa capital de muy corta duración y que, abusivamente, muchas veces exige de nuevo una rentabilidad máxima, asfixiando realmente la economía”.
RP: Usted resaltó en la entrega del Premio Valores Democráticos que los ganadores eran un reflejo de la importancia de la formación en esa área. ¿Cuál es el sentido que tiene el término ser ciudadano para las personas que viven bajo un nivel de pobreza que llega a la subsistencia? Podríamos preguntarnos, como lo hizo en su momento un asambleísta al referirse a la sociedad civil: “y eso ¿con qué se come?”
AP: “Me parece interesante lo que dijo Saray Figueredo, líder comunitaria de la parroquia Santa Rosalía de Caracas, quien recibió el premio a nombre de Roberto Patiño. Ella narra cómo el trabajo que realiza Patiño le dio la oportunidad de hacerse sujeto de su propio proceso. Esta joven tiene una experiencia en donde es claro que hay un tema de desarrollo social. Lo que hace Patiño es crear habilidades, oportunidades y competencias, eso hace que uno se haga, no que le hagan. Yo soy el que aprende a hacer, aprende a construir y esto, a la vez, genera esa condición de ciudadano, porque soy productor. Este elemento lo destaca Locke en su teoría política: ¿Quiénes participan en el Pacto Social? Aquellos que son productores de una u otra manera, donde soy el sujeto que logra transformar de una u otra manera la realidad y me logro sostener a mí mismo. Esto es fundamental para crear condición ciudadana y es justamente lo que necesitamos formar.
Aquí hay un vínculo muy estrecho entre el elemento económico y el elemento de ciudadanía. Cuando yo me siento una persona digna por el ingreso que tengo, por el elemento de igualdad económica, en esa misma medida, y no porque el Estado me hace favores, sino porque me genera las oportunidades para yo poder ser productor, en esa misma medida yo voy desarrollando condiciones de civilidad. ¿Por qué? Porque me siento en la necesidad de participar y coparticipar con otros en ese mismo proceso, de generarme y generarle a otros oportunidades. Para ello necesito reglas, reglas que generan normas, normas que generan límites, límites que efectivamente propendan a una relación jurídica donde todos estamos en condiciones de igualdad. Ese es un proceso formativo virtuoso, genera ciudadanía”.
RP: ¿Qué tenemos para impulsar ese proceso formativo?
“Lo que estamos haciendo en emprendimientos es importante, aunque sea emprendimientos de subsistencia. El ciudadano ha aprendido que no puede esperar y que tiene que hacer algo. Esto me parece que es un gran logro. Yo creo que este proceso de necesidades también tiene la virtud de generar dinámicas dentro de la población que requieren formación y acompañamiento y que estos procesos pueden generar elementos virtuosos a nivel de la moral cívica. La moral cívica no es predicar un conjunto de valores abstractos, sino mostrar cómo eso, subjetivamente, termina siendo funcional para la propia subsistencia. Aprendo valores cívicos porque entiendo que, solo si hay condiciones de civilidad, yo obtengo ganancias y esto es lo que me permite ser ciudadano”.
Para Arturo Peraza ¿Cuál es su reto país como rector y como ciudadano? Si es que puede separar esos dos aspectos
“Yo creo que el reto país va muy atornillado con mi condición de sacerdote, tiene que ver con acompañar y fortalecer esperanzas. Esas esperanzas son concretas, no son abstractas. Son las esperanzas de estas personas que están haciendo un ejercicio importante por ser emprendedores de subsistencia y quieren elementos para poder mejorar sus condiciones de vida. Son las esperanzas de los muchachos que quieren estudiar y desarrollar habilidades y competencias y quieren tener una vida digna para sí y para su familia. Tiene que ver con los profesores que están transmitiendo conocimientos y están esperando un país mejor.
La universidad primero señala aquellas condiciones que nos están trabando, que no están permitiendo desarrollar esa posibilidad, pero lo más importante es dónde están las ventanas que nos pueden abrir marcos hacia el futuro y cómo acompañar esas ventanas. Yo no estoy diciendo que en el país hay puertas, me encantaría que las hubiera, en otras circunstancias, en otra Venezuela con otras oportunidades distintas. Pero esta es la Venezuela que me tocó vivir y aquí el problema es cómo desde las pequeñas rendijas, las ventanitas, podemos abrirle un conjunto de posibilidades a la ciudadanía.
Y eso es lo que nos toca acompañar, con las habilidades y competencias que tiene la universidad, las estructuras que tiene para formar, para desarrollar oportunidades, para acompañar a las empresas en el proceso productivo y poder vislumbrar oportunidades allí donde parece que no las hubiera. Yo siento que los venezolanos estamos llamados a no esperar que las condiciones se den, sino a crear las condiciones para que las cosas se den y eso es lo que tiene que hacer la universidad y en ese plan estoy yo. No estoy en el plan de seguir presentando motivos para la depresión y la tristeza, que son muchos y los puedo entender. Al final del día el problema es cómo, en medio de la noche, yo veo la estrella de Navidad y digo… ahí está la esperanza”.
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