El Superior Provincial de la Compañía de Jesús en México, Luis Gerardo Moro, confirmó este lunes 20 de junio el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la localidad de Cerocahui, en Tarahumara, México, cuando un hombre armado entró al templo ya que le habían dado refugio a otro que huía.
Por su parte, el P. Luis Raquesada, en declaraciones que dio a medios locales, dijo que los Padres Javier Campos y Joaquín Mora se encontraban en una reunión en la comunidad cuando vieron que un hombre había entrado a la iglesia apresuradamente. «Ellos trataron de proteger al hombre que lo mataron y los mataron a ellos también».
Moro reseñó que otra situación muy difícil que les ha tocado enfrentar es que hasta la mañana de este martes 21 no habían podido obtener sus cuerpos.
Las autoridades de Tarahumara manejan la hipótesis de que no fue un solo hombre sino un grupo fuertemente armado el que habría ejecutado a estas tres personas.
El Provincial mexicano de los jesuitas informó de igual manera que gestionan «ante las autoridades federales y estatales la seguridad de nuestros hermanos jesuitas Esteban Cornejo, SJ, Jesús Reyes, SJ, y Jesús Zaglul, SJ, y del equipo pastoral de la parroquia».
Temen que por ser una zona envuelta en un contexto de violencia por parte de bandas criminales pueda haber represalias contra los otros religiosos.
¿Quiénes eran Joaquín y Javier?
Sus hermanos de comunidad relatan que Joaquín Mora y Javier Campos, de casi 80 años cada uno, «eran dos misioneros de toda una vida en la sierra de Tarahumara. Verdaderamente eran jesuitas entregados a esa misión por años y años, con un trabajo cercano a la gente, muy querido para nosotros los jesuitas, comprometidos con la paz, con la justicia, con la defensa de los derechos humanos».
Los jesuitas legaron a esta región indígena de México «desde inicios de la evangelización», comenta Moro. Agrega que «ha sido uno de los espacios y trabajos más queridos por nosotros, por años hemos acompañado a las comunidades indígenas».
Raquesada manifestó que en la comunidad existe un complejo asistencial, una clínica, «y tenemos muchos trabajos en los aspectos sociales, educativos, de promoción social, de acompañamiento pastoral, de anuncio del evangelio con todos ellos».
Sin embargo, admitió que con el pasar de los años «la situación se ha vuelto más compleja por toda la violencia que se ha suscitado».