Campesinos de Monagas comen menos

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Foto: referencial.

La inflación y la inestabilidad del dólar con relación al bolívar complican que se mantengan los precios de productos de la canasta familiar. A esto se suma la falta de efectivo para viajar desde zonas rurales al municipio Maturín para comprar alimentos más económicos.

Residentes de El Corozo, La Candelaria, Jusepin y El Furrial refieren que deben pagar hasta mil bolívares en efectivo para llegar al casco central de la ciudad donde pueden comprar alimentos a precios accesibles.

Licey Palma, residente la parroquia El Corozo, cuenta que el último mes se han encarecido productos como el arroz, la pasta y la harina precocida.

«Todo aumentó exageradamente. Lo que antes costaba 2 millones de bolívares, ahora vale 3 millones y así un kilo de harina, de arroz, la pasta, el aceite. Si se compra en la comunidad, el precio es mayor a que si se comprara en Maturín» contó.

Palma explicó la realidad que viven quienes están más lejos del casco urbano. “Si compras 3 productos, allá son 10 millones y todo va subiendo si sube el dólar. Se hace cuesta arriba poder cubrir las necesidades mínimas de alimentación”, manifestó.

Con niños pequeños en casa, su opción es “comer poquito y rendir lo más que se pueda. Se come menos cantidad pero hay que comprar por los niños, no los puedo dejar sin comida, pero es difícil. Aquí en El Corozo se consigue en cuatro millones lo que en Maturín está en tres”, lamentó.

La inflación reduce la capacidad adquisitiva

Joselin Dimás, ama de casa residenciada en La Toscana, refirió que el incremento del salario no se traduce en mejoras para las familias a la hora de comprar alimentos.

«Ante el incremento que han sufrido los productos se nos hace difícil poder comprar lo que se podía hace un mes. En casa optamos por reducir las porciones y dejar de adquirir algunos alimentos como carne, queso y huevos por su precio”, señaló Dimas.

A su comunidad no llega de forma regular el beneficio de comida mediante los programas del gobierno y eso hace que la situación empeore.

«Aquí en La Toscana no hay mucha ayuda. El CLAP llega cada 6 u 8 meses. Para nosotros la comida es lo más importante», agregó.

Cuenta que ante la falta de efectivo para movilizarse a Maturín, optan por comprar los alimentos cerca de casa aunque esto represente que sean más caros y hasta en moneda extranjera.

El aumento y la inflación frenan la capacidad adquisitiva y los obliga a renunciar cada vez a calidad y cantidad en cuanto a la alimentación. En algunos casos dejan de comprar productos de higiene y aseo personal para priorizar la compra de alimentos.

«Compras una cosa o compras otra. Si compras comida, te falta el detergente, te faltan los productos de aseo personal o de limpieza; una semana se compra algo y se trata de que te rinda lo más posible porque la comida no puede dejar de comprarse» explicó.