Campo Alegre sin alegría

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Foto: Radio Fe y Alegría.

En medio de la pandemia del Coronavirus los habitantes de Campo Alegre, comunidad rural ubicada al norte de Sinamaica, municipio Guajira del Zulia, padecen por las necesidades básicas como el agua potable, la electricidad, la educación, el transporte y la falta de gas doméstico.

Según las 150 familias que allí viven, quienes comprenden unas 480 personas, no tienen atención de los entes gubernamentales.

Esta población es aislada y dispersa, su paisaje se caracteriza por ser una zona xerófila. Los habitantes se dedican a labores como la pesca artesanal, el pastoreo y la elaboración de dulces típicos.

Pozos artesanales para calmar la sed

El principal problema de esta comunidad es la falta de acceso al servicio de agua potable. Esto ha provocado que los habitantes busquen soluciones independientes como la elaboración de pozos artesanales, los cuales en su mayoría no son aptos para el consumo debido a la formación de algas verdes producidas por el sol y la coloración marrón, además del alto nivel de salinidad que posee. Las familias aseguran que el agua es “oro”.

Foto: Radio Fe y Alegría.

En ese sentido, las familias denuncian que los camiones cisternas de la alcaldía de la Guajira llevan 4 años sin entrar en su comunidad y las bombas privadas venden un anillo de agua en 12.000 pesos, que por el alto costo obliga a las personas a consumir aguas no aptas para el consumo humano.

La luz solo permite un bombillo por casa

La deficiencia del servicio eléctrico es una problemática que afecta a los  ciudadanos, desde hace más de cinco años por falta de mantenimiento. Y debido a las fluctuaciones eléctricas, los habitantes se han quedado sin electrodomésticos, y no cuentan con refrigeración para el almacenamiento de alimentos y medicamentos.

La comunidad que antes contaba con siete transformadores, actualmente solo tiene disponible dos para el abastecimiento de los pobladores, y no cumple con las necesidades requeridas. Por ello, en los hogares sol se pueden encender un bombillo por casa.

Ángel Chacín, habitante de Campo Alegre, denunció a Radio Fe y Alegría Noticias aseguró que “es muy lamentable lo que estamos viviendo con el servicio eléctrico, tengo 4 años sin tomar agua fría porque sólo hay dos transformadores para 150 casas, y nada más podemos prender el bombillo”.

Destruir para sobrevivir

Ante la ausencia de gas doméstico, las familias se ven obligadas a recurrir a la recolección y utilización de la leña como combustible para la elaboración de alimentos.

Durante años han utilizado este recurso debido al alto costo del llenado de los cilindros de gas doméstico, lo cual ha ocasionado una deforestación en la zona. La escasez de plantas secas crece por la quema y tala de árboles para convertirlos en leña.

Todo esto ocurre, pues aseguran que un cilindro de gas de 18 kilos cuesta 10 dólares que no pueden pagar.

Educación en peligro

La Unidad Educativa Bolivariana Campo Alegre, es el plantel educativo que permite el acceso a la enseñanza de 112  niños y niñas de la comunidad. Actualmente, el instituto se encuentra en condiciones decadentes: su infraestructura está colapsando debido a la falta de mantenimiento para las vigas y pilares de madera.

Foto: Radio Fe y Alegría.

Aunado a ello, está la carencia a las instalaciones: el techo se ha agrietado y con el pasar de los años las lluvias han ocasionado el deterioro de las puertas, ventanas y pupitres de las aulas.

María Castillo, coordinadora de la escuela de Campo Alegre, aseguró que la institución está en alto riesgo, situación que amerita la presencia de Protección Civil, pero desde el mes de febrero pasó una carta solicitando una supervisión a las instalaciones pero aún está en espera de una respuesta.  

Foto: Radio Fe y Alegría.

Tampoco hay vialidad

Campo Alegre es una comunidad indígena que no cuenta con servicios fundamentales que le brinden condiciones básicas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Además del déficit del servicio eléctrico, la escasez de agua, la falta de gas y el deterioro del plantel educativo se suma el deterioro de la vialidad, que en tiempo de invierno queda sumergido bajo el agua y no permite ni la entrada ni salida de las personas. Sus habitantes exigen una atención inmediata de las autoridades.