La transformación profunda de Venezuela requiere de un nuevo liderazgo tanto en el mundo político, como empresarial y educativo: liderazgo de servicio, que nos haga aterrizar del mundo de las buenas intenciones y proclamas que no se están traduciendo en transformaciones prácticas ni en la solución de problemas. Por ello, en estos días en que abundan las personas que proponen su nombre con la ilusión de ser elegidos en unas elecciones primarias como candidatos de la oposición, quiero proponer algunas características de los líderes de servicio, que nos son tan necesarios.
Para el liderazgo de servicio la prioridad mayor es servir a otros. Lo primero no es mandar o tener poder, sino servir. Se trata de una opción personal de alguien que quiere dedicar su vida a hacer que los otros se sientan y vivan mejor y deseen convertirse en servidores. Sabe que no está ahí para servirse o servir a los suyos, sino para atender las necesidades de todos y resolver los gravísimos problemas.
Por ello, el líder de servicio tiene, entre otras, estas características:
Coherencia entre lo que propone y vive, entre lo que exige a los demás y lo que él practica. Es modelo de vida. Demuestra con sus acciones que está cumpliendo con lo prometido y exigido. Tiene la responsabilidad de hacer comprender a todos que el camino hacia la reconstrucción es una carrera de fondo, con tropiezos y logros, pero que hay que desarrollar una mentalidad que permita pensar en el medio y largo plazo, y forjar el carácter y la voluntad para no desmoronarse ante los obstáculos.
Es un gran comunicador. Con habilidades para expresarse y convencer. Consciente del valor de la palabra, promueve palabras que estimulen, que entusiasmen, que hagan comprometerse. Evita toda palabra o gesto descalificador. Escucha no sólo las palabras, sino los rumores, los cansancios, las bravuras, los silencios, los miedos…, y se escucha a sí mismo para entender qué hay detrás de sus acciones, juicios o prejuicios, para comprenderse y poder dialogar. El líder tiene pasión por la sinceridad. Podrá equivocarse, mentir nunca. Defiende y argumenta sus puntos de vista sin descalificar al otro. Enseña a razonar, a argumentar, a respetar las opiniones de los demás.
Resiliencia. No se achanta ni inhibe ante los problemas y dificultades, sino que los enfrenta con buen ánimo y disposición y los asume como retos para avanzar. Demuestra una actitud valiente y combativa. Actúa con energía, demuestra coraje, empodera a otros, construye una visión compartida, genera un ambiente de superación y exigencia. A nadie le gusta ser dirigido por una persona que, ante los problemas, se inhibe o le echa la culpa a otro. Vive siempre en búsqueda y desecha los modos de actuar que amarran al pasado. Sabe que nunca lograremos resultados diferentes si seguimos haciendo lo mismo y que no podemos seguir dando respuestas de ayer a los problemas de hoy.
Empatía y humildad. Sabe ponerse en el lugar del otro, leer sus sentimientos y sufrimientos. Nunca rechaza a las personas, pero no acepta comportamientos negativos o perjudiciales. Consciente de sus propios valores, pero también de sus limitaciones, el líder de servicio se esfuerza por mantener una fuerte sensibilidad en las relaciones interpersonales. Un líder servidor no puede ser egocentrista. Prefiere el nosotros, al yo y los otros, sobre todo cuando se trata de subrayar los logros obtenidos. Trata de persuadir más que de imponer.